El mallorquín Borja Moreno posó en Hollywood para este diario. | Redacción Cultura

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Cuando Borja Moreno descubrió a Steven Spielberg, Ridley Scott, David Lean o Bernardo Bertolucci, «mi vida cambió para siempre». Lo dice este cineasta que empezó a dar sus primeros pasos en el mundillo audiovisual en su Mallorca natal y que actualmente reside en Los Ángeles, en Hollywood, donde puede dar rienda suelta a su creatividad. Ahora, el mallorquín está trabajando en dos largometrajes, uno de ellos supervisado por Gus Van Sant, y Amazon Prime Video de Estados Unidos ha adquirido su cortometraje Everybody Knows, un importante salto en una carrera que parece imparable.

Amazon Prime Video, en Estado Unidos, ha adquirido de uno de sus cortos, Everybody Knows. ¿Cómo llega esta producción a esta gran plataforma?

—Bueno, todo esto no hubiera sido posible sin el trabajo de Leif Holt y la distribuidora norteamericana First Focus International. Ellos vieron el potencial del corto antes que nadie y me contactaron para encargarse de su distribución. De su mano, ver Everybody Knows en gigantes del streaming como Amazon Prime Video u operadores de cable del tamaño de DirectTV dejó de ser un sueño para tornarse realidad.

¿Qué puede significar este paso para su carrera?

—Tener Everybody Knows en una plataforma mundialmente reconocible como Amazon supone, además de un premio al esfuerzo invertido en sacar adelante este corto, la oportunidad de dar más visibilidad a mi trabajo y legitimar cinco años de «picar piedra» en una ciudad tan competitiva como Los Ángeles. Además, en las reuniones con productoras, todo es un «poco» más fácil cuando para ver tu último trabajo los ejecutivos solo tienen que abrir Prime Video en su televisor.

¿Cómo inició su carrera en el audiovisual?

—Aún viviendo el cine desde muy pequeño, se puede decir que mi carrera en el audiovisual no comenzó hasta que con 18 años decidí convertir mi pasión en mi trabajo y entré en la Universidad Complutense de Madrid para estudiar Comunicación Audiovisual. Al ver el primer año que mi licenciatura se perdía en generalidades varias más propias de otros campos como el periodismo o la publicidad, quise apuntarme a la escuela de cine Metrópolis C.E., donde completé un programa de dos años. Luego llegaría una breve estancia en la New York Film Academy y finalmente el salto a Los Ángeles, donde completé mi formación en centros como UCLA o Mount Saint Mary’s University. En los doce años que han pasado desde que tomé esa decisión nunca faltaron en mi día a día películas, anuncios, videoclips y cortos que rodar. No pasó un mes en el que no estuviera escribiendo, produciendo o editando algo. Vivía con una cámara en la mano, rodando sin parar, y aprendía algo nuevo con cada proyecto.

Reside en Los Ángeles, ¿es necesario dar el salto para despegar?

—Necesario, necesario es escribir diálogos, rodar planos, montar escenas. En definitiva: hacer películas. No creo que el lugar donde las hagamos influya tanto en nuestra carrera profesional como el trabajo y las horas que les acabemos dedicando. Lo que si tiene Hollywood para mí es una manera de ‘hacer las cosas’, que se identifica mucho con cómo veo yo el oficio. Pero la historia del cine está llena de gente que ha llegado a lo más alto partiendo de los rincones más insospechados, y lo único que tienen todos en común es que un día decidieron dejar de hablar de una idea para coger una cámara y hacerla realidad.

Antes trabajó en Mallorca.

—Con 18 y 19 años me pasé dos veranos enteros trabajando en series como Llàgrima de Sang y Mossèn Capellà [ambas producciones de Nova Televisió]. Fueron dos de los veranos más divertidos de mi vida y no solo aprendí muchísimo sobre los entresijos del mundillo, sino también sobre la importancia del factor humano: en rodajes que duran meses, donde el ritmo de producción es infernal y las jornadas no parecen acabar nunca. La calidad personal de la gente con la que trabajas marca la diferencia.

¿En qué proyectos está trabajando?

—Ahora mismo, en dos largometrajes junto con mi socio, Pablo Riquelme. Uno lo está produciendo Cleve Jones, el productor de Milk y la miniserie When We Rise, y ha sido supervisado por Gus Van Sant [El Indomable Will Hunting y Elephant], entre otros. Hablamos de un cineasta al que he admirado toda mi vida. Así que imagina cuando me dijo: ‘Este guión es un page-turner, no podía parar de leer, hay que hacer esta película’. Trata sobre las redes sociales y cómo están afectando a mi generación, marcada por esa facilidad para conectar a través de su teléfono mientras, a su vez desconectan del mundo real. El otro es un thriller sobre un secuestro infantil, que está sobre las mesas de un par de ejecutivos de Hollywood, pero puedo decir más.