Tanya Barson, conservadora del Macba, este viernes en el Museu Es Baluard. | MIQUEL A CANELLAS

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Durante casi dos décadas estuvo al frente de las colecciones de una de las pinacotecas más importantes de todo el planeta, la Tate Modern de Londres y sus centros asociados. Así fue hasta el año 2016, cuando Tanya Barson (Londres, 1972) cambió de museo, y también de país, trasladándose de Reino Unido a España para entrar a formar parte de la plantilla del Museu d’Art Contemporani de Barcelona (Macba) como conservadora; pero eso no es todo. Barson fue una auténtica visionaria al poner su ojo en el arte latinoamericano antes de su reciente boom y, además, ha comisariado exposiciones individuales dedicadas a Mira Schendel, Ellen Gallagher, Helio Oiticica, Jake y Dinos Chapman o Frida Kahlo, entre otras. Esta semana, la conservadora visitó el Museu Es Baluard de Palma.

¿A qué se debe su visita a Palma?

—Sentía mucha curiosidad por estar en el inicio de la nueva etapa de Es Baluard con Imma Prieto, a quien conozco muy bien. Quería ver cómo se iniciaban sus programas, sobre todo porque están centrados en las mujeres artistas. Pensé que era muy interesante, con creadoras de diferentes generaciones, procedencias, locales e internacionales. De hecho, algunas piezas de la exposición de Martha Rosler proceden del Macba. También me interesaba mucho Ana Viera, no conocía su trabajo con exactitud. Me encanta ver a todas estas mujeres unidas y programadadas en un mismo contexto.

Asegura conocer bien a Imma Prieto. ¿Qué cree que puede aportar a una institución como Es Baluard?

—Imma tiene muy claro lo que quiere hacer y es consciente de que las cosas están cambiando en el mundo del arte. Ella forma parte de una nueva generación de directoras, conservadoras y comisarias que están tomando el mando en museos e instituciones en todo el mundo. En la Tate y sus diferentes museos hay tres mujeres directoras, y mi equipo en el Macba está formando íntegramente por mujeres. Creo que todo esto es bastante significativo. Era menos frecuente que las mujeres dirigieran los museos y eso está cambiando. Lo maravilloso de todo esto es que ahora los museos tendrán una nueva narrativa.

El sector del arte es pionero en ese sentido.

—Está dando ejemplo, pero el cambio es muy lento. Nosotras nos estamos beneficiando del camino que abrieron muchas mujeres en el pasado, como Linda Nochlin o la propia Martha Rosler, mujeres que lucharon mucho, en los años 60 y 17, para hacer visible a la mujer del arte, ya que ellas han sido olvidadas e invisibles durante demasiado tiempo. Nosotras rendimos homenaje a esas mujeres. Lo más importante de todo esto es que ahora tenemos otra manera de contar la historia, la historia de todos y todas, y eso nos beneficia. Es una historia más rica y global.

De la Tate Modern al Macba de Barcelona. ¿Le supuso un reto?

—Fue un gran cambio, tanto en el ámbito personal como en el profesional. El Macba es un museo que seguí durante mucho tiempo. Estuve casi 19 años en la Tate de Londres, un largo tiempo, aunque me fui moviendo en sus diferentes centros. Por eso fue un reto mudarme a Barcelona. Espero, desde el Macba, colaborar más con Es Baluard, me encantaría.

Llegó al Macba para completar un equipo que había salido del museo tras una polémica exhibición de una escultura ofensiva sobre el rey Juan Carlos. ¿Qué opina de este tipo de situaciones?

—El arte contemporáneo puede ser provocativo. En la situación que me cuenta yo no estaba presente, pero sí que es cierto que la provocación está en el ADN del arte contemporáneo, pero hay muchas maneras de provocar. El arte siempre ha estado envuelto en controversias, hay muchos ejemplos de ello. Es algo que debemos aprender, que el arte sorprende, pero también a manejar según qué situaciones.

Fue una de las primeras curadoras en poner su ojo en el arte latinoamericano, antes del boom actual. ¿De dónde surgió su interés?

—Creo que fui una de las primeras, después llegaron muchos otros. Me introduje en el arte latinoamericano poco a poco, y cuanto más aprendía, más me interesaba, es un mundo muy rico y con historia. De hecho, me hizo cuestionarme lo que yo misma aprendí en la Universidad. Profesionalmente maduré con ello, son más de 20 años sumergida.

¿Cómo se vive el ‘procés’ en Catalunya desde un museo?

—Dentro del museo, hay gente que cree firmemente en un lado u otro del asunto, pero todos son muy respetuosos pese a sus diferencias. Es una creencia personal. Yo me puedo identificar con unos y con otros, pero es algo que se deja a un lado cuando estamos trabajando. También se podría trasladar a la relación entre Reino Unido y Europa. Yo soy una europea muy comprometida y estoy profundamente en contra del ‘Brexit’, creo que es un gran error.

Grecia reclama que el acuerdo del ‘Brexit’ incluya la devolución de los mármoles del Partenón. ¿Estamos ante un ‘Brexit’ del arte?

—Esa es una pregunta importantísima. Ahora nos encontramos con esta cuestión, con un legado del colonialismo que supuso sacar un patrimonio cultural de su contexto, ¿qué hacemos ahora con todos estos casos? Macron también quiere devolver el arte africano que figura en colecciones francesas a este continente. Para mí, una cuestión de gran relevancia ya no es tanto cómo se debe proteger este patrimonio artístico y cultural, sino quién debe protegerlo. Es una cuestión abierta. De hecho, muchos británico consideran que los mármoles del Partenón son suyos.