El artista e ingeniero catalán Xavi Bové en Palma. | M. À. Cañellas

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El artista catalán Xavi Bové (Lleida, 1978) es quien, junto a Onionlab, ha inundado de luz y sonido el Aljub de Es Baluard, que celebra su 16 aniversario con Phasing Rain, una «experiencia inmersiva que pretende hacer reflexionar sobre la problemática del calentamiento global». La instalación se adueña de un espacio inmejorable para la reflexión ya que antaño abastecía de agua dulce al barrio del Puig de Sant Pere. La muestra permanecerá abierta al público hasta este domingo en distintos pases diarios de diez minutos cada uno en la que será la primera vez que podrá verse en España tras su paso por Nueva York y Roma.

¿Cómo describiría el arte que realiza?
— Me gusta jugar con la relación del mundo visual y el mundo sonoro. Y tratar o una temática que me interese o preocupe. En estos años que se habla tanto de cambio global tengo la pregunta de qué hemos hecho como ser humano y cuál es nuestra posición ante lo que está pasando.

¿Qué busca con Phasing Rain?
— Crear una pieza en la que el visitante esté inmerso en la sensación de estar rodeado de agua. Con focos sonoros e independientes y tiras de luz que son gotas visuales y acústicas intentamos que el espectador tenga una sensación de incerteza ante este futuro que nos espera con la imagen y la música compuesta por Zinkman. Además, la semana pasada tuvimos el temporal Gloria que demuestra que es una pieza de rigurosa actualidad.

¿Es el Aljub un buen espacio para esta obra?
— El Aljub es un espacio muy singular y tiene una gran relevancia por su vinculación con el agua, por lo que es muy adecuado. Hay un momento en la instalación en el que generamos una sensación de presión sobre el visitante que está pensado para este espacio en concreto, por lo que es idóneo.

¿Qué es, principalmente, lo que intenta transmitir?
— La inestabilidad y el desconcierto a través del desplazamiento de fase, que es mover un sonido de un oído a otro para generar una sensación de inestabilidad. Así ponemos un espejo delante del visitante para que experimente y reflexione sobre lo que ha sentido. Eso es el arte.

La instalación cuenta con un importante despliegue técnico.
— Sí, tenemos un software propio pero lo cierto es que quiero que lo técnico pase desapercibido. No me interesa nada que nadie sepa los cables, los metros o cuántos altavoces hay, sino que sea una herramienta transparente para el propio fruto de la creación.

¿Hay un mensaje detrás de la obra?

— No me gusta generar moralinas ni ideas preconcebidas. Cada uno que interprete lo que se le propone, pero es interesante tener un espíritu crítico ante lo que vemos. Reflexionar sobre si el ser humano ha intervenido en el cambio climático y si podemos hacer algo para preservar el planeta en el que vivimos.

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