Bodegón del proyecto ‘Sex on Breakfast’, que juega con el erotismo y la comida. | P. RINCÓN/PABLO ALFIER

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Es una de las fotógrafas más demandas por marcas internacionales como Coca-Cola, Nestea, Google o Deliveroo. Pero además de la fotografía comercial, Paloma Rincón despliega todo su universo colorista y sensual en sus proyectos personales. La fotógrafa de origen mexicano, que lleva 21 años afincada en Madrid, más de la mitad de su vida, explicará este sábado en CaixaForum (19.00 horas) los matices de su trabajo en el ciclo Encuentros con...

«El color y la artesanía, lo hecho a mano, está presente en mis imágenes. Supongo que son los estímulos de haber nacido y crecido en México, que también se nota en el uso de la luz, brillante y duras», dice Rincón, que además siente predilección por las temáticas veraniegas y tropicales.

Reconoce que «he llegado a tener la suerte de que mis clientes comerciales permiten que desarrolle en las imágenes que me encargan mi propio estilo». Y es el color vibrante, el juego con las texturas, el coqueteo con la escultura y, sobre todo, la ironía, lo que vertebran sus bodegones contemporáneos. «Me gusta convertir materiales descontextualizados en pequeños objetos escultóricos. Aportar glamour al estropajo», pone de ejemplo.

Desnudos

Junto a Pablo Alfieri firmó el proyecto personal Sex on Breakfast, donde proponía un juego erotico-gastronómico ubicado en un hotel cualquiera. Y he aquí que sufrió la censura en redes y algún medio, uno de los males artísticos de esta época. «Los desnudos de mujer pasan los filtros pero los desnudos masculinos fueron muy censurados. También ha pasado en los medios», explica la reconocida artista.

Su trabajo podría ser perfecto testimonio de la época actual si se expusiera en un museo. Frente a los pintores barrocos que dibujaban opíparos banquetes, Rincón inmortaliza fundentes hamburguesas para las que hace «un casting de lechugas». Una imagen de hamburguesas, que luego será imagen de Deliveroo, resulta tan compleja que «hay que colocar el tomate y todos los ingredientes para que sean reconocibles. Ese queso pegado a la carne se tiene que fundir con un soplete para que parezca caliente, crear las rallas de la parrilla...».

Sus imágenes son tan complejas que «tardo un día en disparar una foto. No es solo hacerla, es componer la fotografía», dice esta artista que juega con el diseño gráfico y la escultura. Los clientes internacionales buscan su sello personal: «Me gusta recibir un encargo y llevarlo a mi terreno», sentencia.