Un momento de la representación. | Pere Bota

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La 35 edición de la Adoració dels Tres Reis d’Orient celebrada este domingo en Ses Voltes fue más madrugadora –la cita se adelantó media hora y, en vez de ser a las doce del mediodía, fue a las 11.30 horas– y también más fría. Hacía años que el tiempo acompañaba, de hecho, muchos se quejaban de que el sol achicarraba, pero este domingo apenas brilló y las nubes cubrieron toda la función.

El adelantamiento del inicio del montaje, organizado por Taula Rodona y dirigido por Mateu Fiol y Bernat Pujol, despistó un tanto al público, que tardó más en llenar el espacio. No obstante, Ses Voltes se volvió a llenar de espectadores, interesados por ver el texto de Llorenç Moyà actualizado a través de las ‘morcillas’ que habrían preparado la veintena de personajes que participan en la función. Entre ellos se encontraron varios políticos, pero también diferentes profesionales y ciudadanos de a pie, unos más conocidos que otros, como el pastelero Tomeu Arbona –que encarnó maravillosamente al malvado Herodes–, la escritora y colaboradora de Ultima Hora Rosa Planas (Melcion) o el fotógrafo Miquel Julià, entre muchos otros. Solamente Aina Frau (Àngel) y Gemma Palà (Sibil·la) se dedican profesionalmente a la interpretación.

La Mestra de Cerimònies, Yolandra Trigo, fue la primera en alzar el telón, preguntando al público por su día de Reyes y advirtiendo que «es un espectáculo que hemos preparado con mucha ilusión, por lo que si nos equivocamos pensad en el amor que hemos puesto en esto». Además, ejerció de apuntadora y tuvo que recordar el texto a más de uno.

En cuanto a las ‘morcillas’, Rafa Pizarro se encargó, como de costumbre, del vestuario, con algunas ‘morcillas’ más o menos subliminales. Este año, los colores protagonistas fueron el verde, en referencia a la naturaleza y también a Vox; así como el azul, simbolizando el mar y el cielo y el morado, color feminista. Además, Pizarro vestió a los Tres Reyes Magos (este año tres mujeres) con capas llenas de grafitis como denuncia del incivismo que sufre Ciutat.
El panorama político, tan negro como el que auguró la Sibil·la al cruel Herodes, ofreció buen material a todos los personajes, que aludieron a la inestabilidad política, marcada por la investidura de Sánchez, así como los «presos políticos», Oriol Junqueras, el procés catalán y los lazos amarillos. Como ya sucedió el año pasado, la Adoració también estuvo marcada por un fuerte carácter reivindicativo en materia de derechos y violencia machista, pues la mayoría de ‘actores’ denunció el maltrato a las mujeres. Así, muchos cargaron contra el líder de Vox, sobre todo Santiago Abascal, aunque también se mencionó a Fulgencio Coll y a la diputada Alicia Rubio, diputada de Vox en la Asamblea de Madrid, que aseguró que «empodera mucho coser un botón». El más reivindicativo fue Alberto Rosauro, quien aseguró que «el machismo es una enfermedad de transmisión social que mata».

A parte de la original Sibil·la, también destacó la pareja de dimonis, que llegaron a toda velocidad montados en un tándem e incluso se marcaron un –breve– «tra tra» de Rosalía. Además, llevaron un cartel de Stop Desahucios denunciando concretamente el caso del menor Óscar Kapcer.