El bailaor Eduardo Guerrero. | J.V.

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El flamenco rupturista y el feminismo se dan cita este 12 de octubre en el Auditòrium de Palma. El bailaor Eduardo Guerrero trae su espectáculo Guerrero, en el que se debate entre saetas, fandangos variados, malagueñas, rondeñas, tangos y cuplés. El baile flamenco al servicio de «las mujeres de mi vida. A mi madre, que me dio la vida, a mi abuela que me regaló mis primeros zapatos de bailes, amigas relaciones y maestras que me enseñaron a bailar».

Con toda esta munición sentimental se sube al escenario este sábado, acompañado de las cantaoras Anabel Rivera, Samara Montáñez y May Fernández y las guitarras de Javier Ibáñez y Juan José Alba.

Debatiéndose entre la tradición y la sofisticación, Eduardo Guerrero reconoce que al escenario sale «esa rebeldía de no aceptarse uno mismo en el mundo de la danza. Era el único de mis amigos que quería bailar, a los demás le gustaba el fútbol. Pero amaba este mundo. Aposté por mi baile y desfogar».

El bailaor ejerce el feminismo desde su propio espectáculo y advierte del papel de Carmen Amaya, «que se colocó unos pantalones de bailaor». Advierte que desde baile también se puede luchar «por muchas mujeres que lo están pasando mal». Eduardo Guerrero no duda en llevar su baile hacia las causas sociales. «Tenemos que implicarnos», advierte.

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Señala también que no teme las opinión de los puristas: «Si te lías a escuchar lo que unos opinan y los otros... Lo importante es saber qué quieres hacer, qué quieres ser y hasta donde quieres llegar, con total libertad. Me gusta bailar con mi mente en blanco, sin prejuicios ni textos marcados».

Se niega a entrar en la etiqueta de purista, transgresor o moderno. «Las modas duran un tiempo. Prefiero algo que perdure o que dé que hablar», explica, del mismo modo que tampoco se atreve a poner etiquetas .

Aboga por el escenario como lugar de reivindicación con su flamenco, un motor de cambio. Precisamente el 1 de diciembre estrena Sombra Efímera 2, donde el escenario es un lienzo en blanco que él va contaminando de tintes y suciedad, una alegoría de la contaminación . «Espero poder traerlo a Mallorca el año que viene», dice.

En su primer Sombra Efímera propuso meter a todos, bailarines y público, en una gran burbuja de plástico enorme. «Es una crítica a la destrucción del planeta o el plástico, a medida que transcurría el espectáculo sufríamos el efecto invernadero igual que está sucediendo ahora con el mar».

Si la actualidad se lleva al escenario, ¿qué palo flamenco recomendaría para evitar unas nuevas elecciones generales? «Los reuniría en el Congreso en una fiesta por bulería, donde todos podrían bailar y cantar respetando el turno del siguiente. Y luego acabaríamos todos en el bar del Congreso», finaliza.