La actriz Antonia Payeras. | José Sevilla

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La actriz Antonia Payeras (Sa Pobla, 1985), con base en Madrid, está pasando un verano repleto de trabajo. El pasado junio hizo una intervención en la tercera temporada de la serie de Netflix Paquita Salas y estrenó en cines La Jaula, de Marcos Cabotà. Unos meses antes, se la pudo ver en el videoclip Bajito, de Ana Guerra, junto a los actores, guionistas y directores Los Javis (Javier Calvo y Javier Ambrossi), a quienes también asesora como estilista en sus apariciones públicas. En unos meses, la actriz estrenará en la capital una obra de teatro.

¿Cuál es su papel en Paquita Salas, una de las series del momento, sátira del mundo artístico patrio?

—Es una pequeña aparición. A sus creadores, Javi Calvo y Javi Ambrossi, les gusta que haya nuevas incorporaciones para dotar a la serie de un aire fresco y dinámico. Siempre buscan un punto de realidad ficcionada.

En el tercer capítulo de la tercera temporada, estrenada en junio, se interpreta a sí misma.

—No soy yo misma, pero soy Antonia. Entro para reforzar la trama que más tarde protagonizará Úrsula Corberó.

¿Comparte secuencia con Úrsula Corberó?

—Ella aparece más tarde. Mi escena es con Belén Cuesta y Jazz Vilá. Soy la estilista de Úrsula Corberó, que esa noche acudirá a una entrega de premios de una revista de moda, y yo voy al showroom a buscarle el vestido para la fiesta.

¿Podría repetir personaje en una cuarta temporada de Paquita Salas?

—Ahora mismo, dudo mucho que Los Javis escriban una nueva temporada, ya que están inmersos en proyectos de gran calado. Pero si hay cuarta temporada, fijo que estaré ahí. Incluso hemos bromeado con hacer un spinoff de B-Fashion (empresa de estilistas en la ficción).

La crítica califica a Paquita Salas como parodia del show business patrio; serie inteligente, divertida y accesible. ¿Cuál es el secreto de su éxito?

— A mí me encandiló y enamoró desde el primer momento. Los que formamos parte de esta profesión conocemos los tejemanejes y resortes ocultos que mueven el mundo artístico. Lo que vemos en la serie parece inventado, pero es real, a la vez que cómico, sin rozar la parodia; aunque hay un poco de eso y de surrealismo. Son escenas que parecen inventadas, pero que a veces se suceden en el mundo del espectáculo. Los Javis crearon la serie desde un lugar muy honesto, desde el cariño y el corazón. Las situaciones llegan a todos.

Trabajar en Netflix es sinónimo de calidad, popularidad y éxito.

—Tiene más que ver con la infraestructura y los medios. La primera temporada tuvo muchísimo éxito y por eso Paquita Salas está ahora en Netflix. Es la primera vez que he estado en un rodaje de estas magnitudes con un pedazo de equipo. Eso no significa que después sea un mejor producto. He participado en proyectos humildes de gran calidad. Desde luego, proporciona reconocimiento social y eso que solo salgo en un capítulo. La repercusión entre el público también es importante.

Hay un tuit de Javier Calvo que agradece su apoyo como estilista.

—Además de actriz, trabajo con Los Javis. Soy su estilista en muchas de sus apariciones públicas. La profesión de actriz es la que es y muchas veces nos tenemos que buscar la vida en otros trabajos. Con Los Javis tengo una relación personal muy cercana y, en muchas ocasiones, les ayudo a que vistan con estilo para cualquier tipo de evento.

Lleva un año de éxitos. Aparte de la serie Gàvia en IB3, en junio presentaron la película La Jaula.

—Fue un poco estresante porque en una semana se me juntó el visionado de Paquita Salas con la rueda de prensa y posterior estreno de La Jaula. Tuve que tomar varios aviones para ello. Fue duro, pero ojalá siempre sea así. Es como si me sintiera andando sobre una especie de nube.

También ha estado preparando una obra de teatro.

—Estamos con los ensayos de un texto teatral de la actriz María Cantuel. Esperamos estrenar la obra, que se titula Sombra, en Madrid a principios de 2020.

Muchos actores prefieren el teatro porque es directo y llega más al público.

—Es lo que más tiempo ocupa y menos dinero da, aunque el teatro tiene una autenticidad y un momento directísimo del que carece el cine. Pero una gran interpretación en el cine puede ser una obra de arte, una obra maestra.