Imágenes del tributo a Mallorca en el mural de Domingo Zapata en Nueva York. | Domingo Zapata

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Un rascacielos de 120,4 metros y veinticinco plantas de altura, diseñado por Cyrus L. W. Eidlitz, ubicado en la intersección de la Calle 42 y Broadway. Así es el emblemático edificio de Times Square, en pleno corazón de Nueva York, uno de los epicentros del globo terráqueo. Allí, un artista mallorquín, Domingo Zapata (Palma, 1974), está trabajando, ‘colgado’ a más de cien metros de altura, para hacer historia, para crear con sus manos algo «que nunca antes se ha hecho»: instalar un mural de 50 metros en esta edificación cuya imagen es captada por el mundo entero a diario, millones de visitantes lo visitan a diario, y dentro de unos días, se podrá ver allí esta instalación del pintor palmesano afincado a caballo entre la Gran Manzana y Miami.

Ataviado con un arnés, y con todas las medidas de seguridad protocolarias, Domingo Zapata está dando forma a esta creación con un look que le acerca más a la famosa imagen de un bombero de Nueva York que a un artista, un hecho que considera «gracioso». Mientras tanto, el gentío observa con cara de sorpresa y asombro cómo un hombre, arropado por un gran equipo, traza la que será la imagen de la ciudad durante un año.

Vinilos

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Tal y como explica Zapata, tres de las cuatro fachadas del edificio de Times Square –la cuarta la ocupa las famosas pantallas gigantes– «se han cubierto completamente de vinilo para este propósito», una instalación que empieza «a 125 metros de altura». Esta instalación «representa mis 20 años carrera pintando y habla de todos los sueños que han pasado por mi vida desde el punto de vista artística, un repaso a todo lo que ha sido importante y representativo para mí», mostrando los conceptos y estilos artísticos que le han acompañado durante dos décadas. Y como no podía ser de otra manera, Mallorca forma parte de una de los tres murales y aparece «pintada con sus colores», prosigue el artista.

Zapata ha escogido sugerente título para esta obra, Life is a dream, «porque la vida es un sueño donde todo es posible». En este caso, «es un regalo esponsorizado por los propietarios del edificio y está ahí para que la gente que visite la ciudad lo vea y conozca mi arte». Es, además, «una obra pública y sin ánimo de lucro». Es más, «dentro de un año, cuando se retire, los vinilos se donarán a asociaciones que trabajan con niños en situación de marginalidad para su educación artística».

Con este mural, se batirá un récord que aportará «otra dimensión a mi carrera, es un momento histórico para la ciudad, para el arte y, sobre todo, para mi carrera», concluye.