Pep Guerrero junto a una de las obras que conforman la exposición. | Lluc Garcia

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Un relato que se desplaza en el espacio y que se mueve con el tiempo. La nueva exposición de Pep Guerrero, que lleva el título de Desde oriente a occidente. De la antigüedad a nuestros días, se inaugura este viernes 16, a las 19.00 horas, en el museo modernista Can Prunera de Sóller, bajo la premisa de mostrar al espectador un viaje diferente por la historia del arte.

«El público va a encontrarse con piezas procedentes de las ruinas de Pompeya, tapices románticos del siglo XVIII y hasta con la Estatua de la Libertad, todo dispuesto a lo largo de dos salas que se conectan a través de un hilo conductor muy especial», adelanta el artista sobre esta exposición temática.

Misterio

Sin querer desvelar en exceso las claves de las obras, todo por mantener ese «halo de misterio» que Guerrero ha querido darle a este proyecto único, esta muestra en concreto busca crear «una atmósfera museística», donde se crea una ilusión en torno a la figura del artista y de su trabajo.

El pintor de Sóller llevaba tiempo deseando poder exponer en su tierra y estrenarse en Can Prunera. «Cuando contactaron conmigo para montar una muestra, yo estaba a punto de llamarles porque quedé muy sorprendido con el espacio cuando lo visité», señala Guerrero.
Tratando de hallar la innovación, el artista, cuya obra siempre ha destacado por encontrar el modo de convertir objetos en desuso en obras de arte, destaca que «la idea desarrollada en este recorrido llevaba rondándome desde hacía años».

Según adelanta el artista, el público podrá también disfrutar de algunas de las colaboraciones que ha desarrollado con personalidades tales como Ágatha Ruiz de la Prada o Biel Capllonch, entre otras.

Con esta muestra además, Can Prunera da el pistoletazo de salida a una serie de actos en conmemoración de los diez años del museo, que se prolongarán hasta finales de septiembre.

A falta de pulir un par de detalles, el grueso de la muestra está prácticamente ya dispuesto para su estreno, colgado en las paredes del museo esperando conquistar las mentes de todo el que se preste a recorrer su itinerario.