El fotógrafo Tomeu Coll es el comisario de la exposición ‘Paco de Lucía en la Isla. Una mirada íntima 2002-2014’, con instantáneas de Gabriela Canseco, que organiza el ‘Club Ultima Hora’ y se inaugurará el viernes 12 en el Aljub de Es Baluard | Jaume Morey

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Los caminos de Tomeu Coll y Gabriela Canseco, viuda de Paco de Lucía, una leyenda de la música, se cruzaron gracias a una pasión compartida: la fotografía. Esa relación profesional entre ambos pronto pasó a otro plano, una amistad que ahora se fructifica con la exposición Paco de Lucía en la Isla. Una mirada íntima 2002-2014, que organiza el Club Ultima Hora y que se inaugurará este viernes 12, a las 20.00, en el Aljub del Museu Es Baluard. Tomeu Coll (Palma, 1981), que cuenta con una amplia trayectoria y ha trabajado en ciudades como Nueva York o Berlín, es el comisario de este proyecto que se le presentó como un «reto». Las fotografías son obra de Canseco, pero además de las instantáneas, la muestra dará a conocer a Paco de Lucía más allá del mito que «siempre será». Habrá proyecciones, textos del periodista Andreu Manresa y objetos personales que aproximarán las vivencias de este extraordinario músico en su otro hogar: Mallorca.

¿Cómo llega Tomeu Coll a este proyecto?
—Conozco a Gabriela Canseco, es fotógrafa, fue hace unos seis o siete años, en 2012, unos años antes de que Paco de Lucía falleciera. Yo suelo organizar talleres autogestionados aquí en Palma, como los que hago también en Nueva York, Berlín, Sicilia o Los Ángeles, y así la conocí. Me gustó mucho su fotografía y empezamos a establecer una relación de trabajo. A raíz de todo eso, la confianza mutua fotográficamente fue creciendo y cuando me ofrecieron este proyecto acepté, sobre todo, porque confío mucho en ella, en su fotografía, y poder llevar todas esas fotografías de la vida de Paco en Mallorca a otro nivel lo asumí como un reto, que es lo que me mueve siempre. Me gustó el interés que tenía ella en buscar otros lenguajes utilizando la fotografía.

¿Por qué un reto?
—Fue un reto porque reunir todas esas fotografías de Paco en Mallorca y hace algo que fuera atractivo no ha sido sencillo, no por las obras, que son fantásticas, sino porque debía arrojar luz sobre la vida de Paco en Mallorca. Todo el mundo sabía, más o menos, que el vivía aquí, pero no se conocía nada más. En este sentido, fue interesante indagar y seleccionar las fotografías de la exposición, tenían que tener ese algo especial que nos diera a conocer a Paco y su vida aquí.

¿Cómo fue esa selección? ¿Cuántas instantáneas tenían?
—Teníamos unas 800 fotografías, que surgieron, además, de una primera preselección. Hablamos de prácticamente media vida, más de una década, entre 2002 al 2014. Y no solo es su vida, es la de su viuda y sus hijos.

¿Conoció a Paco de Lucía antes de su triste fallecimiento?
—No le llegué a conocer en persona; tuve invitaciones para ir a verle en concierto cuando estuvo en Chile, dentro de una gira por Sudamérica, antes de que falleciera en México, pero no pude ser. Le he conocido a través de Gabriela y de sus fotografías.

El hecho de no haberle conocido hace que la aproximación a su vida tenga esa distancia a veces necesaria.
—Claro, lo tuve claro desde el principio. Me gustó tener esa distancia con Paco de Lucía, eso me permite ponerme en la misma situación que el resto de espectadores que irán a la exposición. Me siento más libre a la hora de mostrar esas fotografías. Gabriela era el filtro y yo me he fijado en su trabajo. Lo que me interesa de esas obras es como ella fue argumentando su vida aquí. Yo he guiado todo el proceso. Es interesante no haberle conocido para marcar esa distancia.

¿Qué tipo de instantáneas se encontrará el espectador?
—Todas son muy íntimas, para sus familiares incluso, porque cuando se tomaron no existía la predisposición a hacer un proyecto así, tan completo. Cómo esposa y fotógrafa, Gabriela fue tomando fotos como harían nuestras madres en nuestras infancias. Eso es lo curioso, ir sacando de esas imágenes un discurso muy cercano respecto a la gente fotografiada. Un acercamiento que a mí me interesaba mucho, sobre todo, la historia de Paco y su vida en Mallorca. Gabriela, además, me ha dado muchísima libertad a la hora de abordar la vida de Paco aquí en la Isla en imágenes, idear un guion de una exposición. Hay fotografías hasta sus últimos días, es un recorrido muy íntimo.

‘Valores’ es el germen de estos acontecimientos del Club Ultima Hora. ¿Qué valores cree que transmiten estas instantáneas?
—El valor de la música, el flamenco, la manera en la que él lo describía. Es un valor añadido muy potente y se tenía que transmitir. También la otra parte, el amor y el respeto que Paco sentía por esta tierra, por la Isla, y no solo de manera metafórica, también física, porque él se inspiraba en ella, en las semillas, le gustaban mucho los olivos. Sobre todo, yo creo que es la música, no solo transmitida desde un escenario, sino a través de sus seres queridos. Siempre enseñaba a sus hijos el valor de los instrumentos, del sonido y todo lo que eso conlleva. En sus conciertos, la gente conectaba con él desde la primera canción.

Afrontar un proyecto como este es un espacio como Es Baluard, ¿fue otro reto?
—Sí, así es. De hecho, he ido superando retos constantemente gracias a la ayuda de todas las personas implicadas en este proyecto. Han participado con todo su esfuerzo personas como Carmen Serra, Margalida Pons, Catalina Joy, Elsa Pineira y Cati Coll, y por supuesto, Gabriela, claro. Me han ayudado muchísimo y les doy las gracias.

¿Conocerá el público a Paco de Lucía más allá del mito, como persona?
—Sobre todo, ayuda a conocerle a él. A mí mismo me ha sorprendido, me siento afortunado por poder haber hecho todo esto, observar su vida desde dentro, no hay ninguna foto en la que puedas decir es una leyenda, era una persona. Era muy cercano, empatizaba rápido, y eso se ve en las fotografías.

Algunos desconocen aún que Paco de Lucía vivió en Mallorca.
—Nunca se le dio mucho bombo, era algo que se comentaba, pero muchos lo dudaban. Salió en prensa, en la televisión, pero se quedó ahí. No era muy dado a la vida pública de aquí, buscaba ese anonimato.

A través de las obras, ¿qué cree que vio Paco de Lucía en Mallorca?
—El trabajó mucho aquí, encontró su oasis para crear. Tenia la tranquilidad, estaba cerca del mar y era una persona muy casera.