Un momento del ensayo general de este miércoles, en la Sala Gran del Teatre Principal de Palma. | Pilar Pellicer

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Tras las óperas María Moliner, de Antoni Parera Fons (2017) y El reloj de Lucerna, de Pere Miquel Marqués (2018), el Teatre Principal de Palma recupera otra figura clave del patrimonio mallorquín: Los Elementos, de Antoni Lliteres (Artà, 1673- Madrid, 1747).

Será la primera vez que esta obra de Lliteres –uno de los creadores más universales y que fue maestro de la Capilla Real de Madrid– se represente en la Isla, dentro de la 33 Temporada d’Òpera i Dansa. Los Elementos, con Aarón Zapico y Tomás Muñoz al frente de la dirección musical y escenográfica respectivamente, se estrenará este viernes, a las 20,00 horas y se repetirá el sábado, a la misma hora. Además de estas funciones para público general, el Principal programa otra didáctica para centros docentes de secundaria el mismo viernes, a las 12.00 horas.

«Los Elementos es un proyecto que nace de una iniciativa del Teatro de la Zarzuela y la Fundación Juan March de Madrid en 2018 y a la que nos sumamos para reivindicar una figura local, pues nació en Artà, pero con una peripecia vital increíble. Sin nacer en un ambiente musical, Lliteres llegó a ser maestro de la Capilla Real de Madrid, uno de los más altos cargos de la época» señaló ayer en la presentación Carlos Forteza, director del Teatre Principal de Palma. «A pesar de ese carácter mallorquín, la figura y obra de Lliteres forma parte del repertorio habitual de grandes teatros centroeuropeos y, evidentemente, no atendiendo a que se trata de una mallorquín, sino a su calidad. Prueba de ello es que la la New York City Opera recuperó esta pieza en 2017», agregó.

Por su parte, Zapico –jurado de los Premios Princesa de Asturias de las Artes– destacó la «valentía del Principal para programar un repertorio no tan conocido», aunque advirtió que «Lliteras se defiende solo» y «Los Elementos es una obra maestra del género por su concepción vocal, con los coros y las arias y el tratamiento melódico en general». Además, Zapico apunta que «es una obra típicamente barroca cuya partitura apenas incluye indicaciones sobre su ejecución o incluso con qué instrumentos debe acompañarse».

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Zapico llevará la batuta de la orquesta barroca Forma Antiqva mientras que las voces son todas femeninas con la participación de las sopranos Eugenia Boix (Aire), Aurora Peña (Agua), Olalla Alemán (Tierra), Soledad Cardoso (Aurora) y Lucía Martín-Cartón (Tiempo), además de la mezzosoprano Marifé Nogales (Fuego). El elenco se completa con el bailarín Rafel Rivero que encarna al Sol.

Respecto a la puesta en escena, firmada por Tomás Muñoz, destaca «la calidez». «En la música de Literes permanece este aire tan mediterráneo que se respira en Palma, tan voluptuoso y que creo que el público también percibirá», aseguró. Tal y como su propio nombre indica, la ópera tiene como protagonistas los cinco elementos, «personajes alegóricos y se abordan temas que estaban muy de moda en esa época y que todavía hoy continúan vigentes, como los sentimientos y la preocupación por el medioambiente», detalló Muñoz, quien agregó que «la gente reconocerá todo eso en las escenas, tanto visual como auditivamente, muy anclados en todo lo que está pasando hoy en día».

El escenógrafo insistió en que «Lliteres no es un simple traductor del estilo italiano vigente en esa época –más concretamente la Guerra de Sucesión–, sino que tenía un sentido estético muy intuitivo y un estilo muy formado». La pieza, que tiene una duración de 75 minutos y cuyo manuscrito, de cerca de 60 páginas descansa en la Biblioteca Nacional de España, fue concebida para ser representada «en un ambiente íntimo de salón, para una familia aristocrática afín a los borbones [concretamente se la dedicó a Medina de las Torres] y nosotros queremos respetar esa originalidad e intimidad, poniendo a los músicos y a sus instrumentos cerca del alcance del público, que podrá ver instrumentos antiguos como el clave».

«El gran problema de la música antigua es, precisamente, su etiqueta. En Los elementos hay luz mediterránea y un aire italiano. Habla de afecto, pasiones y emociones. En el fondo, estos 300 años no hemos cambiado», recuerda Zapico, quien subraya que «aquellos que no hayan acudido nunca a ver una ópera barroca, tendrán una gran experiencia».

Esta ópera se remonta a finales de la Guerra de Sucesión y, según Muñoz, «se puede interpretar como un reclamo para dar la bienvenida a Felipe V, representado por el personaje del Sol, y a la dinastía borbónica a los elementos que esperan entre las tinieblas que salga el sol».