La soprano debuta en una ópera en Mallorca con ‘Don Giovanni’ en el Teatre Principal. | Pere Bota

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Referente de la lírica de nuestro país, la soprano Ainhoa Arteta (Guipúzcoa, 1964) actuará por primera vez en la Isla con una ópera en la que interpreta uno de los papeles que más le han acompañado a lo largo de su longeva trayectoria, Doña Elvira de Don Giovanni, con «un montaje muy actual» firmado por el director de escena Paco Azorín. El espectáculo podrá disfrutarse en el Teatre Principal de Palma en tres funciones: los días 6 y 8 de marzo a las 20.00, y el 10, a las 18.00 horas.

Es su debut en una ópera en Mallorca, ¿cómo vive esta experiencia?
—No es mi debut en Doña Elvira porque lo he hecho muchas veces, pero sí lo considero un adiós a este rol y, a la vez, un debut en la ópera de Mallorca. Siempre he tenido mucho respeto por el público de Balears, porque históricamente todas las óperas que se estrenaban en Italia acto seguido se paraban en las Islas para luego entrar en la Península.

¿Qué encuentra de especial en este Don Giovanni?
—El nombre de Paco Azorín, que ya avala muchísimos estrenos en España. Él viene del mundo del teatro y esto es muy enriquecedor para la ópera. No hay tantos directores que estén tan comprometidos con la música y los cantantes, como con la prosa. Sus obras siempre están bajo el prisma de una gran reflexión personal y filosófica.

¿Cree que es una buena obra para iniciarse en el mundo de la ópera?
—Hay obras como Don Giovanni, Las bodas de Fígaro, El barbero de Sevilla o Carmen que no dejan indiferente a nadie y son estupendas para iniciarse. Primero porque la música de Mozart es una genialidad y porque en ella está todo, hasta el techno. Era un ser tan adelantado a su tiempo que seguimos aprendiendo de su obra. La pieza conecta con la gente porque habla de la vida cotidiana. Es una obra abocada a la inmortalidad.

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En este momento preelectoral en el que nos encontramos, ¿echa en falta que se hable más sobre la cultura en los mítines de los políticos?
—Por desgracia vivimos en un país que nos regala la cultura por todos lados, con un patrimonio histórico cultural enorme y con una cantidad de talento brutal, y puede que por eso los políticos no la atienden y prefieren enzarzarse en peleas y luchas de banderas y símbolos, cosas que son perecederas. La cultura, en cambio, nunca muere. Creo que se equivocan al no dar al pueblo mucha más formación. Un pueblo culto siempre va a crecer.

¿Cómo valora el nombramiento de la también soprano Pilar Jurado como directora de la SGAE?
—No tengo ni idea de lo que pasará con la SGAE, pero Pilar Jurado es una grandísima profesional con un gran talento, no sólo musical. Es una persona con muchísimas ideas e inquietud, que conoce desde la base los problemas que hay en España con la desatención a la cultura. Espero que pueda demostrar lo que sabe hacer.

La música pop y los proyectos de música crossover han estado siempre muy presentes en su trayectoria, ¿le aportan algo que no encuentra en la ópera?
—Si me embarco en un proyecto es porque me hace ilusión y creo que voy a aprender algo. Todos estos trabajos que he hecho han sido como ventanas que se han ido abriendo a nivel vocal, espiritual o intelectual. La cultura va de eso, expandirse, pero siempre dentro de lo que uno quiere y puede hacer. Después de tantos años vivo la música de una manera egoísta porque, a través de disfrutarla yo, hago que la gente la disfrute.

Ha sido una de las pocas sopranos en actuar en la Casa Blanca, ¿cómo lo recuerda?
—Aquella experiencia fue como el cuento de la Cenicienta porque yo llegué a EEUU solo con billete de ida, sin papeles, sin dinero y sin saber el idioma. Me puse a estudiar y trabajar, y a los 6 años estaba actuando en la Casa Blanca. Es un país que no cuestiona de dónde vienes y en el que los sueños se pueden cumplir, pero es la jungla, hay que trabajar mucho. Si me contrataran ahora yo cantaría, considero que no es un país que esté en su mejor momento, pero mientras los derechos humanos no se repriman seguiré cantando. Trump es un personaje peculiar, pero siendo tonto no se llega donde él está. El único consuelo que les queda es que tienen una democracia muy antigua y en ese sentido nos dan una lección. A ver si aquí podemos mantenerla.