Momento del funeral de Aina Moll en la iglesia de Sant Francesc de Palma. | M. À. Cañellas

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La basílica de Sant Francesc de Palma acogió este jueves el funeral por el alma de la filóloga Aina Moll (Ciutadella, 1930), fallecida el sábado pasado a los 88 años. A la ceremonia, concelebrada por varios sacerdotes y presidida por el rector de Sant Francesc, Gregori Mateu, asistieron autoridades políticas y representantes del mundo de la cultura, entre las que destacaron la presidenta del Govern, Francina Armengol, y la vicepresidenta Bel Busquets, y desde Catalunya, el presidente de la Generalitat, Quim Torra; la consellera de Cultura, Laura Borràs, y la directora general de Política Lingüística, Ester Franquesa.

Antes de dar comienzo el funeral, Torra hizo algunas declaraciones en agradecimiento a la labor de Aina Moll, a quien se refirió como «arquitecta del proceso de normalización lingüística del catalán». «Nunca podremos dejar de agradecerle tantos años de trabajo. Creo que los Països Catalans están de duelo», añadió. Además, el presidente de la Generalitat anunció que «vamos a celebrar un homenaje nacional en Catalunya a su figura, porque consideramos que también es su casa».

Funeral de Aina Moll

Además de Armengol y Busquets, también asistieron la consellera de Hisenda i Administracions Públiques, Catalina Cladera; el conseller de Educació i Universitat, Martí March; la consellera de Cultura, Fanny Tur; la directora general de Política Lingüística, Marta Fuxà, y la consellera de Serveis Socials i Cooperació, Fina Santiago. Asimismo, también acudió la delegada del Govern en Balears, Rosario Sánchez.

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Del mundo de la cultura, asistieron el editor Lleonard Muntaner; la investigadora Pilar Arnau –que actualmente está escribiendo la biografía de Aina Moll–, los poetas Joan Perelló y Biel Mesquida, las cantantes Maria del Mar Bonet y Miquela Lladó, el artista Pep-Maür Serra o Bel Vidal, historiadora e hija de Bernat Vidal i Tomàs, entre otros.

En la homilía, Gregori Mateu dedicó unas emotivas palabras a la fallecida, quien tuvo una «vida fructífera al servicio de la lengua y la cultura catalanas». «Fue una mujer inteligente, acogedora, incansable; exigente consigo misma pero compasiva con los demás. Era enemiga de toda petulancia y del conflicto; era racional pero también emotiva y apasionada».

El obispo, Sebastià Taltavull, que tenía un compromiso que le impidió presidir el funeral, fue el primero en dar el pésame a los familiares, seguido por la comitiva política y los numerosos asistentes.