El autor Guillem Frontera, posando para esta entrevista en Ciutat. | Jaume Morey

TW
0

Este 2019 se cumplen 40 años de la publicación de La ruta dels cangurs, la primera novela negra escrita por un mallorquín, Guillem Frontera (Ariany, 1945). Para celebrarlo, el festival por excelencia de este género en Mallorca, Febrer Negre –organizado por Glòria Forteza-Rei y Francesc Sanchís, de Embat Llibres–, organiza este miércoles, a las 18.00 horas, en la librería Quars de Palma, una mesa redonda. En el acto participarán los profesores de literatura Francesc Figuerola y Nanda Ramon.

Se cumplen 40 años de la primera novela negra escrita por un mallorquín, usted. ¿Por qué llega tan tarde este género?
—Tampoco se practicaba mucho en el Estado español, es un género que llegó tarde aquí. Uno de los primeros intentos fue Mario Lacruz y no tuvo mucha repercusión. Era un género que no atraía a la gente, que solía leer más a Agatha Christie. Después, gracias a Ferran Canyameres que, en el exilio se hizo amigo de Georges Simenon, empezaron a llegar obras de este último autor. La novela negra propiamente dicha que influyó tanto en Europa venía de los Estados Unidos, sobre todo con Chandler y Hammet y eso tardó años en suceder. Durante el franquismo apenas se produjo nada y, tras la muerte de Franco, el estallido de liberaciones coincidió con el de la novela negra. La corrupción, no la que conocemos hoy, sino la empresarial, por ejemplo, también empezaba a dejar cadáveres.

Y llegó usted con La ruta dels cangurs.
—No sé si fui o no el primero, aunque eso tampoco importa mucho, porque el género ya había empezado a rodar. Un novelista de mi quinta, que considero mallorquín aunque era catalán, ya desaparecido, Jaume Fuster, escribió la novela negra De mica en mica s’omple la pica mucho antes que yo. Así que yo relativizaría el mérito.

Se ha dicho que la novela retrata una sociedad mallorquina «industrializada y culturalmente heterogénea». ¿Cómo ha cambiado a lo largo de estos cuarenta años?
—Así como Jesús, mientras no sabíamos qué hacía, sabemos que creció en edad y conocimiento, durante todos estos años la sociedad mallorquina ha crecido en caos, codicia, crueldad, maldad y corrupción.

Es usted pesimista.
—No, un pesimista es un optimista informado.

¿Ha envejecido bien el libro?
—No releo nunca mis libros, cuestión de pudor y vaguería, también. Solo he conocido una persona más perezosa que yo: mi hermano mayor.

Su última novela, Sicília sense morts, ¿también la considera una novela negra?
—La primera noticia de que era una novela negra la tuve de mi editora, Maria Bohigas, que me dijo que era una «novela negra con mucha fuerza». Pero, ¿por qué la consideran negra?

En una reseña, por ejemplo, Carlos Zanón decía sobre esta novela que se acercaba mucho al thriller.
—Un buen escritor, veo que va por el buen camino con su último libro, donde ha cogido lo esencial de Carvalho pero ha dado un paso más. Creo que ya no sé lo que es una novela negra, porque no la escribí con ese propósito, algo que sí hice con La ruta dels cangurs, que me propuse como una especie de ejercicio para escribir una novela los fines de semana que iba en avión de Barcelona a Palma. No hay una línea que separe la novela negra de la que no lo es, sino que hay una zona fronteriza que es muy amplia en la que se mezcla de todo.

¿Está trabajando en alguna nueva novela?
—En mayo Proa me publicará La vida dels cossos. Las últimas veinte o treinta páginas son pura novela negra. Es una obra básicamente amorosa, con una fuerte carga erótica, no apta para cualquier edad. Diría que a partir de los 35 años. Antes de esa edad no es moralmente aconsejable.

¿Está también ambientada en la Isla?
—Tiene tres grandes escenarios: Mallorca, Barcelona y Madrid y uno más secundario, Túnez; aunque también hay varios viajes.

Hablando de géneros, ha itinerado por varios, también poesía y teatro. ¿Está previsto algún otro nuevo libro?
—Sí, estoy trabajando en un libro de bibliófilo, con poemas nuevos míos y grabados de Ramon Canet. Algo así como unos poemas de otoño o de invierno, aunque aún no tiene título. Es algo lento, no sé cuando podrá verse. Hay poetas intermitentes y otros de guardia, yo soy de los primeros.

También ha escrito muchas obras para teatro. De hecho, el Teatre Principal reestrenó hace poco Cantata del Rei en Jaume I.
—Hace poco me llamó Toni Gomila porque estaba interesado en adaptar Sicília sense morts junto a otras dos personas. Pero, por ejemplo, en La galera siciliana, escrita a propósito para teatro, ha estado a punto de estrenarse en cinco o seis ocasiones y todavía nada. Ni creo que llegue a hacerlo. Se interesó gente como Ovidi Montllor o Carles Canut, pero no se ha llegado a estrenar. Está gafada, siempre ha sucedido algo en el último momento, algún cambio en la compañía, algún actor ha muerto o ha habido cambios en el ayuntamiento o en la diputación... El teatro y el cine son de lo más extraño que hay, dependen de tantas cosas ajenas a la obra en sí...