Izal, en una imagen promocional.

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Para celebrar su 15 aniversario, el Teatre de Lloseta ha confeccionado una programación especial, en la que destaca la actuación del grupo Izal el 25 de mayo. En un principio, este iba a ser el único concierto en formato íntimo que la banda madrileña ofrecería en territorio nacional. Con un aforo limitado a 1.000 personas, los tickets se agotaron en cuestión de horas, propiciando una segunda fecha: el viernes 24 de mayo. Las entradas ya están a la venta a través de los canales habituales. De este modo, Lloseta brinda al público una doble cita con uno de los nombres dominadores del panorama alternativo nacional.

Absortos en una dinámica de premios, conciertos y grandes festivales, Izal ha puesto en circulación su sexto álbum (Autoterapia, 2018) con el que han agotado todos los calificativos, demostrando que indie es un término que se queda corto para definir su música. Y ya es curioso, porque de haber nacido en los 90 a nadie se le hubiera ocurrido meterles en el saco del indie. La misma suerte habrían corrido compañeros como Miss Caffeina, Supersubmarina o Second. Paradójicamente, hoy todos ellos son ‘el último grito de esta escena. En especial, Izal, una banda que en directo destila potencia y seducción, gracias al talento de un tipo espigado y desgarbado, armado con una voz que incorpora la esencia de la melancolía. Ese tipo se llama Mikel Izal, y es el encargado de administrar calma y caos entre su rebaño de feligreses. Empático, espectacular y grandilocuente, todo en el universo del nuevo mesías del indie atesora una fuerza subyugante.

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Éxito

En el caso de Izal el éxito no fue instantáneo, pero casi. Su EP de debut, Teletransporte (2010), les alistó en una gira por la geografía nacional, más de 60 conciertos que dejaron clara su facilidad para conectar con el público. El tour culminó con una explosiva actuación en el festival Sonorama, en Aranda de Duero.

Nueve años después mantienen su idilio con el éxito, tenemos pruebas y no una sino once. Los once cortes que dan vida a Autoterapia, más madera para un fuego que nunca se apaga.