Las autoridades han realizado este martes una visita al poblado talayótico. | M. À. Cañellas

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Alrededor del yacimiento talayótico de es Racons, situado en el término municipal de Llubí y que mide unos 18.000 metros cuadrados, se cuentan varias leyendas. Una narra que el origen del pueblo, que hace más de un siglo se denominaba Castell de Llubí, se debe a lo que debió ser un poblado prehistórico de importancia y dimensiones considerables, que ya existía en el año 900 antes de Cristo.

Puesto que en la zona no hubo ningún castillo, seguramente fue la monumentalidad de los edificios prehistóricos lo que dio lugar a esta fabulación. La realidad es que los cinco talayots que se conservan eran de propiedad privada hasta que el Consistorio ha podio adquirir dos, los más monumentales, gracias a una línea de subvenciones del Departament de Cultura i Patrimoni Històric del Consell, que dirige el vicepresident insular Francesc Miralles.

Estos dos edificios ciclópeos con 2.000 años de historia fueron ocupados hasta el 900 de nuestra era, cuando los bizantinos vivían en Mallorca, y poco antes de la invasión musulmana. Comprarlos era una aspiración del Ajuntament y se intentó alguna vez con resultado negativo, según contó este martes la alcaldesa, Magdalena Perelló, durante una visita al lugar. Ahora ha sido posible gracias a una convocatoria de ayuda destinada, específicamente, a colaborar con los municipios en la compra de yacimientos para que pasen a titularidad pública.

Proyecto

Llubí se presentó a la misma con un proyecto elaborado por un equipo de profesionales titulado Projecte triennal d’intervenció arqueològica a l’entor d’es Racons (2018 - 2020), y obtuvo 65.000 euros, el 100% de lo necesario «debido a que es una localidad pequeña», aseguró Francesc Miralles. «En este caso ayudamos a un pueblo petit que adquiere un yacimiento que ofrecerá nuevas oportunidades de promoción cultural, patrimonial y turística». El proyecto era una de las condiciones necesarias para recibir la subvención.

Es Racons nunca fue excavado y los dos talayots se encuentran cubiertos de vegetación. El más grande se ubica en una parcela en la que las encinas y ullastres casi lo ocultan a la vista. La importancia científica de los edificios es grande porque, además de la propia de estas construcciones y de la muralla, se sabe que en los mismos se instalaron los romanos tras su llegada a la Isla, en el año 123 antes de Cristo.

Los restos de cerámica romana, las inscripciones en su interior y una edificación bastante romanizada lo atestiguan, según explicó el jefe de Arqueología de Patrimoni Històric, Jaume Cardell, quien guió la visita. Cardell recordó que en La Porciúncula, «hay piezas de sílex provenientes de es Racons», otro dato fundamental a investigar. Pero, sobre todo, aseguró que «antes de excavar hay que estudiar qué tenemos, hay mucho que investigar», y también que se llevarán a cabo unos sondeos. La alcaldesa Perelló coincidió en que «hay que trabajar con los pies en la tierra, aquí hay tarea para varios años».

De es Racons se conoce que s’Arxiduc hizo un dibujo y que estudiosos del siglo XX como Mascaró Passarius o Colominas lo citan.

Los más ancianos del lugar cuentan que en un túnel que había bajo el talayot mayor un señor encontró un tesoro, que llevó al vicario de Llubí. Fue en 1890 y del tesoro nunca más se supo.