Los arqueólogos que excavaron sa Galera en el islote de Can Pastilla lo dan a conocer cada jueves a grupos reducidos | Pere Bota

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John Christie y su pequeña hija Julia, de familia «britano-mallorquina», formaron parte del pequeño contingente de ciudadanos que el pasado jueves disfrutaron de la visita guiada al yacimiento situado en el islote sa Galera, en Can Pastilla. Mientras comenzaban las explicaciones del arqueólogo Jorge Argüello, John, que es profesor y un enamorado de la historia antigua, contaba a Julia, como si fuera un cuento, lo que había sucedido durante 4.500 años en ese pedazo de tierra. La barca con el resto de asistentes salía al mar desde las rocas sobre las que se asienta Puro Beach. El grupo hostelero subvenciona con 16.0000 euros el proyecto, de los que 4.000 se dedican a la divulgación de este yacimiento púnico-ebusitano, ocupado por primera vez en el siglo III antes de Cristo. Entonces, toda la costa que se divisa desde el islote cubierta por hoteles y viviendas era una zona de arena y arbolado en la que vivían los pretalayóticos.

Finalizadas las excavaciones, señala Argüello, el equipo de investigación, del que también forma parte Ramón Diez, tiene ante sí varios retos: la restauración de las estructuras de los recintos encontrados; de las piezas cerámicas y de metal que fueron saliendo desde 2012 y que se mostrarán en una exposición en Can Balaguer, en otoño. Pero, sobre todo, la divulgación «social mediante visitas guiadas y ferias de arqueología e historia». El objetivo final es construir cerca del yacimiento «un centro de interpretación» sobre la ocupación de sa Galera que, «desde época muy temprana, parece haber tenido un carácter sagrado».

Esta infraestructura no solo completaría el trabajo de los arqueólogos, sino que «aportaría a Can Pastilla una entidad cultural», asegura. Desde el inicio del trabajo científico, el equipo investigador ha conseguido una asociación de amigos del yacimiento y fortalecido una relación con el barrio.

Las excavaciones resultaron una gran sorpresa porque sacaron a la luz toda la secuencia de habitación temporal del lugar, comenzando por una cueva funeraria pretalayótica, cerámica y un molde de fundición de objetos de bronce. Todo ello datado entre el 4.500 y el 3.000 antes de Cristo.