Dos de las integrantes de Dancing Queen.

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Hasta 1974 Waterloo era el nombre de una derrota. Desde entonces marca el inicio de una revolución. Porque Waterloo lideró la ‘fiebre ABBA’, uno de los virus más contagiosos del siglo XX, propagado por cuatro suecos que adaptaron sus canciones a imagen y semejanza del wall of sound creado por Phil Spector en los 60. Una técnica basada en la grabación en capas, que insuflaba a las canciones una reverberación similar a la de un conjunto sinfónico.

Procedentes de Eslovaquia y con un bagaje de 16 años como banda tributo, Dancing Queen reúne los éxitos imperecederos de ABBA en un show que aterrizará en el Auditórium de Palma este viernes, a las 21.00 horas.

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Clásicos como Mamma Mia, Chiquitita, Dancing Queen, Fernando, Gimme! Gimme! Gimme! (A Man After Midnight) o el propio Waterloo sonarán en riguroso directo en un espectáculo cuidado al milímetro, que propone un viaje al corazón de nuestros recuerdos, con videoproyecciones y réplicas del vestuario utilizado por los miembros originales de ABBA. La banda que puso a Suecia en el mapa, gracias a un repertorio que encarna la quintaesencia del arrebato discotequero más taquillero de la historia. Como resultado, el país con más rubios por metro cuadrado es hoy el tercer mayor exportador de música del mundo.

Con más de 2.000 conciertos y medio millón de espectadores, Dancing Queen reúne argumentos suficientes para satisfacer al fan más exigente. Y es que además de sus aptitudes vocales, sus miembros guardan un curioso parecido físico con los originales.