El mallorquín Antoni Mairata lleva en Los Ángeles desde julio, cuando empezó el máster de música para cine en la Universidad del Sur de California.

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Hace un año, en enero de 2017, Antoni Mairata (Campanet, 1994) viajaba a Los Ángeles para realizar un curso intensivo en los estudios Warner Bros. Ahora, desde julio y, «como mínimo hasta el próximo mes de junio», está cursando, gracias a la beca Fulbright, un máster de música de cine en la Universidad del Sur de California (USC), que culminará en mayo.

¿En qué consiste el máster exactamente?
—Básicamente, aprendemos a escribir música para cualquier tipo de formato audiovisual y trabajamos diferentes estilos de música para distintos tipos de películas.

¿Por ejemplo?
—Escribir la música para una escena de acción, para una comedia o thriller. Tenemos diferentes asignaturas. Algunas están más enfocadas a la composición para audiovisuales, no solamente componer, sino aprender a analizar una escena en todos los aspectos cinematográficos; otras, se centran más en la tecnología, sobre todo en la producción de música electrónica; otras, sobre temas legales e, incluso, música para videojuegos.

¿Ha conocido a algún profesional reconocido del sector?
—Cada semana tenemos un foro en el que algunos de los profesionales y compositores nos visitan. Entre otros, han venido Patrick Doyle y Junkie XL. La semana que viene vendrá Tohman Newman. También tenemos sesiones de grabación. La última será la más importante, que será en Warner Bros, con 65 músicos. Es la misma orquesta con la que trabajé en julio. Es un curso de música de cine que se llama ‘ASCAP Film Scoring Workshop with Richard Bellis’, dura un mes y se seleccionan doce alumnos de todo el mundo, entre más de 300 aspirantes.

¿Qué campo le interesa más: componer música de concierto o de cine?
—Me gustan ambos, pero últimamente me tira más la música de cine por diferentes motivos. Primero, me gusta el reto de encontrar una música que sea más apropiada y adecuada a la imagen; trabajar y colaborar con un equipo para crear una obra que es la suma de talento y creatividad de todas las personas que trabajan allí y, finalmente, porque la música de cine se puede vivir y la de concierto, no.

¿Viva?
—La música de concierto lleva mucho trabajo y, normalmente, se recompensa muy poco económicamente, mientras que la música de cine o medios audiovisuales se recompensa mucho mejor. Son dos mundos diferentes: una forma parte de la industria y la otra no.

¿La de concierto es minoritaria?
—Aquí, en Los Ángeles, cuando John Williams dirige en el Hollywood Bowl lo vienen a ver 40.000 personas, como si fuera una estrella de rock.

Las últimas piezas que ha estrenado han sido La Serra de Tramuntana y Dramatic Overture. ¿Tiene alguna más por estrenar?
—Tengo una obra de concierto muy importante a punto de terminar pero, de momento, no puedo dar más detalles. Recientemente, el corto Lunch Ladies, por el que escribí la música el pasado junio y que grabamos con una orquesta en Budapest, está ganando algunos premios. De momento, ha sido seleccionado en 23 festivales de todo el mundo.

¿Cómo se valoran a los compositores de conciertos y de cine en Estados Unidos y en España?
—En general, los compositores de concierto se valoran igual en ambos países, y los de cine es imposible porque la industria de España no se puede comparar con la de Los Ángeles. No estoy hablando de los niveles de los compositores porque los que tenemos en España son igual de buenos que los más famosos de Hollywood.

Elegir entre emigrar o morir
Viajar, conocer otras culturas y otras maneras de ser son, sin duda, aspectos muy positivos. El problema es cuando te ves obligado a hacerlo, a cambiar tu tierra, tus amigos y familiares para irte, a menudo bastante lejos, para labrarte un futuro. Emigrar o morir, a no ser que tengas unos padres con la suerte de poder mantenerte, y a ti, claro está, no te importe no trabajar de lo que has estado estudiando toda tu corta vida.