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«Un bonito y anecdótico retrato social costumbrista en clave de psicocomedia intergeneracional con toques lisérgico y algo de picar pero light». Así dan la bienvenida al lector la dibujante Marta Masana (Palma, 1992) y la guionista «misteriosa», como la define la propia Masana, So Blonde en Vamos, nena, que te comen la merienda (Planeta cómic, 2018). Masana trabaja en la revista El Jueves y hace dos años se autopublicó Mocca café.

Maika, Asunción y Luna son las tres mujeres protagonistas de la historia

—Es una historia de mujeres intergeneracional que pretende reflejar los problemas de las diferentes edades de una mujer. Luna es la típica adolescente que se preocupa solamente por ir de fiestas y ser popular, aunque hay una evolución y termina dándose cuenta de que por el simple hecho de ser mujer, es menospreciada en el trabajo y se rebela contra eso. Maika, la madre, es una mujer de cuarenta años, cansada de todo y divorciada que, al final, se da cuenta de que la vida también es para disfrutarla. Asunción, es físicamente la típica abuela que todos tenemos, aunque un poco más ‘cabronceta’, que termina siendo Youtuber, por lo que logra firmar un importante contrato y llega a ser el sustento económico de la familia.

La abuela es la estrella del relato

—Sí, aunque la protagonista es Maika, es un personaje que destaca muchísimo. De hecho, al final es ella quien hace que la familia hace que salga adelante, algo que sucede hoy en día más que nunca.

¿Es una manera de poner en valor a la figura de las abuelas y abuelos?

—Si no fuera por los esfuerzos de esa generación y la de nuestros padres todavía estaríamos peor de lo que estamos. Para muchos las abuelas son como segundas madres que te cuidan cuando tus padres están trabajando.

En el relato las mujeres se ayudan entre ellas

—Sí, aunque al principio del cómic pueda parecer que discuten todo el rato. Todo iría mejor si nos ayudáramos entre nosotras.

¿Diría que es un cómic feminista?

—Creo que se ha abusado demasiado de esta etiqueta y se utiliza más por márqueting que por cualquier otra cosa. Además, considero que no se tiene tan en cuenta el contenido, que para mí es muy importante. Evidentemente es importante extender el feminismo entendido como igualdad entre hombres y mujeres, faltan muchas mujeres contando historias de mujeres en el cómic; pero preferiría que este libro estuviera al lado de cómics de humor, costumbrismo o actualidad que no otros etiquetados como feministas.

¿Cómo se ha gestado este proyecto?

—So Blonde, a quien conocí hace tres años cuando empecé a trabajar para Jueves, fue la que contactó con Planeta para publicar algún cómic. Esta historia intergeneracional fue la que más les gustó de nuestras propuestas.

El primer cómic fue autopublicado. ¿Qué ha significado que una editorial como Planeta le publique el segundo?

—Ha sido un reto porque, por una parte, nunca había dibujado cien páginas seguidas. Sin embargo, seguramente el próximo libro, la segunda parte de Mocca café, vuelva a ser autopublicado, me gustó muchísimo la experiencia.