El cuarteto madrileño The Groovin’ Flamingos. | Picasa

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El pasado nunca vuelve, pero si pudiéramos abrir una ventana y echar un vistazo a lo que fuimos siendo jóvenes, ojalá sea al ritmo de canciones tan divertidas y vitalistas como las de The Groovin’ Flamingos. Soul, rock, blues, funk, ye-yé, garage y pop se mezclan en la coctelera de los madrileños para crear un explosivo brebaje, fuente de energía para una audiencia ávida de baile y emociones fuertes. Soul Massage es su último trabajo, una lisérgica fiesta de los sentidos que aterrizará en el museo Es Baluard de Palma el próximo viernes 30 de junio, en el marco del festival Mallorca Soul Weekend.

La banda de Juan Carlos ‘Gofer’ se inscribe en el cartel de este evento, que contará con destacados DJ de la escena nacional especializados en música negra, además de una variada oferta gastronómica, proyección de películas, audiovisuales y after-parties. Todo ello englobado en un cartel que se prolongará hasta el 1 de julio.

Es en la madrugada, en oscuros garitos con las paredes sudando alcohol, donde cobra sentido la música de The Groovin’ Flamingos. En esos entornos opresivos es donde el volumen a propulsión de este cuarteto libera toda su energía. Aunque los vapores de este prematuro verano no invitan a encerrarse en un club a sudar la gota gorda. Mejor el patio de Es Baluard, que además goza de buena acústica para disfrutar sin filtros de las nuevas canciones de este cuarteto, que bien podrían ser la «consecuencia de la madurez de ocho años de carrera, pero te estaría mintiendo», admite Juan Carlos ‘Gofer’, vocalista y guitarrista de esta banda de «tunantes incorregibles».

‘Gofer’ reconoce que la única pretensión de su grupo es «conseguir que cada actuación se convierta en una revuelta de diversión», ignorando asuntos como «la notoriedad, las tendencias, el beneplácito de la escena y zarandajas similares». Como consecuencia, su repertorio elimina de un plumazo «los ejercicios de estilo, los textos enrevesados y las armonías intrincadas».

La conexión con el público ocupa el primer lugar entre las preocupaciones de los madrileños. «Nuestro sonido cambia dependiendo de la audiencia, somos como un organismo vivo que se adapta a cada circunstancia de una forma no consciente», explica. Sus letras incorporan un fuerte contenido autobiográfico: «Son un compendio exagerado de las cosas que hemos vivido, de esas veces en que la realidad supera al arte»; y sus canciones no dejan de ser «una mezcla heterodoxa y demente de todas nuestras influencias». Llegarán a Palma cargados con un «repertorio incendiario, lo más bailable y lo más emotivo de nuestro temario».