Miguel Poveda reconoce haber vivido «a tope».

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Si existe alguien capaz de mezclar seguiriyas con bolero y ligar el quejío del flamenco con la copla, ese es Miguel Poveda (Barcelona, 1973). El cantaor presentará en el Auditòrium de Palma Sonetos y poemas para la libertad, un nuevo capítulo en su particular relación con la transgresión de géneros. Será el próximo 26 de mayo, a las 21.00 horas.

Alguien que puso de acuerdo a Enrique Morente, Eric Clapton y Miguel Ríos ha de imprimir, por fuerza, un sentido diferencial en la música. Alejado de la imagen tópica del cantaor, Poveda se inscribe sin rubor entre los grandes renovadores del género. No obstante, su amplitud de miras le ha granjeado tantos seguidores como detractores, puristas incapaces de asimilar su flamenco libre. Pero él encaja las críticas con deportividad, siempre «que vengan desde el respeto y lo constructivo»; aunque como otros grandes reconoce ser muy exigente «conmigo mismo, soy mi peor crítico».

Su disciplina es un arte que requiere voces con un color, especial, con una velocidad de ejecución muy precisa, y el cantaor de Badalona cuaja el encuentro de esas dos escalas en un solo concepto: la pasión. Por otra parte, se reconoce «amigo de lo auténtico, sea extravagante o clásico, normal o anormal», y asegura que trabajar con él «más que difícil es intenso».

En su regreso a Ciutat presentará un disco que lleva a su terreno versos de maestros como Quevedo, Rafeel de León, García Lorca, Borges y Neruda.