Agustí Villaronga, fotografiado en el barrio de Gràcia durante la entrevista, en Barcelona . | Carles Domènec

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Agustí Villaronga (Palma, 1953) ya comenzó el montaje de la película Incerta glòria, que acaba de rodar en Aragón y Catalunya. Se trata de la versión cinematográfica de la novela homónima de Joan Sales (Barcelona, 1912 - 1983), obra fundamental de la postguerra española. En un estudio del barrio barcelonés de Gracia, vamos al encuentro del director mallorquín.

—¿Incerta glòria es una novela voluminosa y compleja. ¿Qué diferencias vamos a encontrar entre la película y la obra de Joan Sales?
—El libro tiene 1.100 páginas, no se puede contar todo. Había muchas maneras de abordar Incerta glòria. Hemos suprimido la parte bélica. La película se centra en los sentimientos de los cuatro protagonistas. La novela habla de religión que, en la película, queda en segundo término. Los lectores encontrarán que faltan muchas cosas.

—Se ha enfrentado a autores del siglo XX, como Blai Bonet (El mar), Emili Teixidor (Pa negre), Pedro Juan Gutiérrez (El rey de La Habana) y se ha fijado en algunos de los aspectos más extremos o tenebrosos de sus novelas?
—Forma parte de mi lectura. Nunca asocio la poética a algo superficial. La vida tiene contrapuntos. Lo que para muchas gente es tenebroso, para mí no lo es. No temo retratarlo, no lo percibo como extremo pero debo vigilarlo porque mucha gente me lo dice. El rey de la Habana tiene mucho de esta radicalidad, así es la obra de Pedro Juan Gutiérrez. Para mí, es más fácil enfrentarme a su obra que a la de Joan Sales, mi mundo está más cerca. No soy demasiado reflexivo, soy más intuitivo.

—Incerta glòria estuvo de moda, dejó de estarlo y ahora ha vuelto con fuerza.
—Me sorprende que sea conocida entre la gente joven, seguramente está en los libros de texto. La traducción al inglés [de Peter Bush] fue catalogada como uno de los mejores libros de ficción del 2014, según The Economist. Para mucha gente es una obra muy importante.

—Ha dicho que Incerta glòria tiene algo de western.
—La idea de western es porque se trata de espacios abiertos. Los Monegros [en Aragón] tienen algo de western. La naturaleza adquiere mucha importancia en la historia. Hablamos de una tierra de nadie, hay gente que casi no sabe porque está ahí, son personas desvalidas.

—En el reparto ha incluido a Fernando Esteso.
—Es un actor aragonés muy bueno. Queríamos a un actor de Aragón, se nos ocurrió de milagro. Es muy serio y entrañable, una persona culta y sensible, me gustó mucho.

—La financiación debe haber sido más fácil, después del éxito de Pa negre.
—Esta película se ha hecho con menos dinero, en cambio tiene más empaque.

—Usted se ha convertido en una persona muy conocida.
—Sí, sé que Isona Passola [la productora] presentó el proyecto en Televisión Española y recibió lo máximo que podía obtener. Se ha respaldado a nivel institucional, pero vivimos un momento de crisis del cine y siempre cuesta más con algo que sale de Catalunya.

—¿Esta nueva película se estrenará en el próximo Festival de Berlín?
—Nos gustaría mucho ir a Berlín, en febrero del próximo año, pero es una cuestión de la productora. Acabaremos el montaje en noviembre o diciembre. Isona es muy minuciosa. Trataremos la imagen durante dos meses, en septiembre y octubre nos ocuparemos del sonido.

—¿Qué proyectos seguirán a Incerta glòria?
—Tengo muchas cosas, algunas muy grandes. Tengo que pensármelo bien. Sé que tengo trabajo, algunos son proyectos propios, otros de fuera.

—Por su fuerte concepción de autor, debe recibir propuestas de los mercados francófono y alemán.
—No te creas. Tengo una edad que ya no es para apostar por alguien con yo. Si tuviera el nombre que tengo ahora y 40 años, sería un valor en alza. Ahora soy una persona que está establecida en el cine español y considerado en el extranjero, pero no creo que me llamen de Alemania para rodar una película. En realidad, eso no le pasa a nadie. Nunca me he promocionado personalmente en los festivales, no he tenido un interés especial.

—Por su fuerte concepción de autor, debe recibir propuestas de los mercados francófono y alemán.
—No te creas. Tengo una edad que ya no es para apostar por alguien con yo. Si tuviera el nombre que tengo ahora y 40 años, sería un valor en alza. Ahora soy una persona que está establecida en el cine español y considerado en el extranjero, pero no creo que me llamen de Alemania para rodar una película. En realidad, eso no le pasa a nadie. Nunca me he promocionado personalmente en los festivales, no he tenido un interés especial.

—¿Un proyecto frustrado sobre Mercè Rodoreda provocó que tuviera problemas para trabajar. ¿Sigue con la idea de rodar La mort i la primavera?
—Fueron siete años sin trabajar. Las de Joan Sales y Emili Teixidor son obras que me llegan de fuera. Con Rodoreda es diferente. Espero que se reúnan las condiciones para llevarlo a cabo. Me gustaría rodarla como si fuera una serie en capítulos, permite huir del halo de intelectualidad de la obra literaria, pensar en el tipo de público que hay ahora.