TW
3

«Lo que ha ocurrido en Mallorca es un desastre». Elena García de Paredes de Falla, sobrina nieta del compositor Manuel de Falla y gerente de la Fundación Archivo Manuel de Falla, valoraba ayer así el derribo de la casa del músico en Génova, Palma. La imagen de la vivienda convertida en un montón de cascotes la ha dejado «indignada» y, aunque cree que se debería haber luchado hace tiempo por su protección, carga contra las instituciones porque «tienen que velar por nuestro patrimonio y cuidarlo».

—Usted se ha movilizado para tratar de que la casa no desapareciera, ¿qué sintió al ver esa fotografía de sus ruinas?
—Tengo impotencia y un sentimiento de indignación. Siempre tuve la esperanza de que todo esto terminara con un resultado positivo, aún más cuando ves que ciertas instituciones y personas se movilizan por algo que es tan evidente y claro. Pero, de repente, una mañana un vecino te llama y te dice : ‘Ya está, ya han tirado la casa. Han entrado esta mañana las excavadoras’. No me lo podía creer.

—¿Cree que las instituciones de Mallorca han actuado mal?
—Creo que las instituciones tienen que estar al servicio del ciudadano, de lo que es de todos, velar por el patrimonio y cuidarlo. Ayer estaba muy indignada, pero también he hecho un ejercicio de meditación y creo que hemos pecado de exceso de confianza, había que haberla protegido hace mucho tiempo mediante la normativa que ya existe para conservar estos lugares. Cuando a un responsable público le llega este asunto y sabe lo que puede ocurrir tiene que ver si puede tomar medidas antes. Recuperar esa casa ya es imposible.

—¿Qué valor tuvo esta vivienda para Manuel de Falla?
—Su relación con esta casa fue muy especial. Hay quien da con una casa por casualidades de la vida, pero, otras veces, las casas son elegidas por una razón concreta y es el caso de Falla y la casa de Génova. En aquellos años, el compositor vivía una crisis espiritual y estaba muy nervioso ante la proximidad de la Guerra Civil. Estaba bloqueado y necesitaba un lugar tranquilo y encontrar la calma para seguir componiendo. Estuvo allí en 1933 y volvió al año siguiente. Esa casa tiene esa carga añadida y otros elementos suficientes como para haberla protegido.

Noticias relacionadas

—¿Qué decía él de Mallorca y de aquella casa?
—Que allí había encontrado la paz que buscaba. Tampoco hay que olvidar que las casas de Falla eran espacios de tertulia y por la de Mallorca pasó mucha gente a visitarle.

—¿Considera que se debió actuar hace años para evitar esta situación?
—Claro. Ya sabemos que existe la propiedad privada y eso es otro asunto, pero se podría haber protegido por fuera. Se tendría que haber actuado hace años, pero nadie se podía imaginar, ni yo tampoco, que podría pasar esto, que la derrumbaran. Me lamento de no haberlo hecho antes. Se ha perdido un referente visual y cuando la gente que ha leído sobre Falla y Mallorca busque esa casa, no la encontrará, encontrará otra casa, pero ya no esa.

—¿Para usted esto es más que un asunto familiar?
—Por supuesto. Tengo una idea muy interiorizada del concepto de patrimonio. Igual que dejamos una educación a nuestros hijos, estamos obligados a dejarles lo mejor de nuestras ciudades y defenderlo. Hubiera reaccionado igual si sucediera con la memoria de otro músico o creador, en general.
—¿Qué diferencias hay entre esta casa de Mallorca y otras que sí se han conservado?
—El Carmen de la Antequeruela, en Granada, y el chalet Los Espinillos, en Alta Gracia, Argentina, se convirtieron en museos y rápidamente se protegieron. La de Granada se da la circunstancia de que se encuentra en una zona ya protegida como es La Alhambra. Las casas en las que nació y pasó su infancia en la ciudad de Cádiz, que tienen una placa recordándolo, también se protegieron.

—¿Qué reacciones les están llegando desde que se difundió la noticia?
—Todo el mundo lo ha recibido muy mal. Nos están llamando personas de todo el mundo, músicos, y la reacción es unánime, todo el mundo cree que es una barbaridad lo que se ha hecho en Mallorca.