Los aplausos sonaron durante más de dos minutos tras el concierto. | Guillermo Esteban

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Smerald Spahiu, violinista de la Simfònica, comentaba al director Pablo Mielgo cómo vio el recital histórico que terminaban de ofrecer en la Sala Dorada del Musikverein de Viena. «Había tensión hasta cuando has dicho ‘olé’. Ahí ha desaparecido. La orquesta ha subido como la espuma en la cerveza. Ha ido como un avión».

El concierto benéfico Juan Diego Flórez and friends, el sábado, comenzó con el agradecimiento del tenor al público por su asistencia, «por ayudar a miles de niños con el poder de la música». La gala fue una cita para recaudar fondos para los niños de Perú, lugar de procedencia del artista.

La Simfònica brindó el sábado en Viena alegría, diversión, una demostración de calidad, una descarga de virtuosismo que culminó con la Sala Dorada devolviéndole, en pie, un aluvión de aplausos.

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La forza del destino (Verdi) abrió la noche. Las localidades del templo, agotadas. Tras interpretar La boda de Luis Alonso, Pablo Mielgo se giró y escuchó los primeros «¡Bravos!» de la velada que adquirió un momento mágico cuando Juan Diego Flórez arrancó su Popurrí caribeño. Sonaron Piel Canela (Bobby Capó) y Guantanamera (Compay Segundo).

Granada fue el colofón con los protagonistas en el escenario, más de dos minutos de merecidos aplausos y una bandera de Perú desplegada en un palco.