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La gala de los 30 años de los Goya terminó con sabor catalán al conseguir Truman, la gran vencedora de la noche, cinco importantes galardones en una fiesta cargada de magia en la que se consiguió, música mediante para cortar los agradecimientos, terminar más pronto que otros años.

Con un guion menos ácido que en ediciones anteriores, bromas más amables y «buen rollo» en general, solo se enturbió ligeramente el ambiente cuando Rovira bromeó con el ministro de Educación, Cultura y Deportes en funciones Íñigo Méndez de Vigo.

Primero, Rovira le sacó los colores al extender sobre el escenario un largo papiro de varios metros con el currículo del ministro; luego, le pidió que analizara sintácticamente una frase desafortunada de Mariano Rajoy, que fue objeto de bromas en las redes sociales, y que el ministro encajó sin mucho entusiasmo pero con deportividad.

Rovira ya había hecho notar lo «raro» de la noche que, a diferencia de otros años, no había ni Gobierno.

Pero sí tuvo en las butacas del hotel Mariott Auditorium a los principales líderes políticos del momento, todos ellos, decididos defensores de la cultura y amantes del cine, aún sin mucho tiempo para ver películas.

Allí estaban un sorprendentemente elegante Pablo Iglesias, líder de Podemos, vestido de esmoquin y pajarita, igual que el secretario general de Ciudadanos Albert Rivera, y a los no menos elegantes Alberto Garzón (IU) de traje y corbata, y el más informal, Pedro Sánchez (PSOE), de traje, pero sin corbata.

A ellos se refirió nada más ganar su «cabezón» Ricardo Darín, a los que pidió que se ocuparan de la Cultura. Nada menos.

Momento reivindicativo de Natalia de Molina al hacer visible la importancia de dar papeles importantes a las mujeres, y de los más emotivos cuando le dio las gracias a su madre.

Las únicas caras de póquer, dado que no entendieron prácticamente nada durante las tres horas y cuarto que duró la gala, fueron las de los dos nominados extranjeros, Tim Robbins y Juliette Binoche, a los que, además, algunos de los premiados les dedicaban piropos a los que ellos, amablemente, sonreían.

El número con el que se inició la gala descubrió a un Dani Rovira cantante, que aprovechó la letra de su canción para hilvanar treinta años de historia de los Goya, haciendo juegos de palabras con los títulos de las películas más famosas de esos años.

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Mucho menos lucida la alfombra roja que otros años, a pesar de las presencias estelares de Isabel Preysler, Penélope Cruz, Ricardo Darín o Javier Bardém, la protagonista de la noche fue la cola de sirena: complicado caminar sobre altísimos tacones arrastrando una pequeña porción de tela, muchas veces cuajada de pedrería y encajes, que acababa enganchada entre trípodes y cables.

Sin colita, ni falta que le hizo, apareció, deslumbrante como siempre, la reina del papel couché, Isabel Preysler, con un vestido de Naeem Khan negro y bordado en brillantes; tanto que Mario Vargas Llosa confesó que no necesitaba goyas puesto que «el mejor premio» ya lo tenía en casa: «Es ella», dijo señalando a su novia.

Al comienzo de la noche «A cambio de nada», de Daniel Guzmán, sumó rápidamente dos goyas, los preciados de mejor actor revelación a Miguel Herrán y mejor director novel para Guzmán, provocando las primeras lágrimas.

La broma que empezó Rovira el año pasado con Penélope Cruz, que ha servido para hacer uno de los promocionales de la gala, ha continuado este año, pero en presencia de su marido, Javier Bardem, quien ha advertido al cómico con un gesto cuando éste le ha dicho a su mujer si pensaba ir a la fiesta de después.

Y cuando Cruz le ha dicho que sí, y que iría con Bardem, Rovira le ha echado la culpa a la alcaldesa de Madrid: «Carmena, no te lo perdono», provocando las risas por culpa de la frase que fue «trending topic».

Charló Rovira con Tim Robbins en inglés y en un francés macarrónico con una exquisita Juliette Binoche, aunque el momento más tierno fue cuando se dirigió a la abuela de Guzman, Antonia, nominada como actriz revelación,

Otro momento dulce, con el público puesto en pie, y entre gritos de bravo, el premio de Honor, Mariano Ozores recordó a sus actores, fundamentalmente a sus hermanos José Luis y Antonio.

Una gala que mezcló en varios momentos los números de magia con el cine, como fue al principio de los tiempos, recordó Jorge Blass, porque fueron dos magos quienes inventaron el cine: los hermanos Melies.

La gala provocó un tráfico de más de 350.000 tuits, según los datos de RTVE, entre ellos el de Pablo Iglesias aplaudiendo el saludo a Juan Diego Boto a los «titiriteros» en la gala.

«Buenas noches compañeros titiriteros» @JuanDiegoBotto valiente, marca la diferencia. Rodilla en tierra amigo», ha escrito el líder de Podemos.

Este viernes, un juez de la Audiencia Nacional ordenó prisión provisional sin fianza para los dos titiriteros detenidos en Madrid por ensalzar a ETA durante la representación de un espectáculo de títeres programado por el Ayuntamiento con motivo de las fiestas de carnaval.