Carles Molinet y Pere Fullana, ayer durante la celebración, en el Teatre del Mar. | P. Pellicer

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En treinta años sobre las tablas de un teatro hay tiempo para muchas cosas. Para triunfar, para fracasar, para innovar o para volver a los clásicos. Para reír y para llorar. En treinta años, si se aprovechan adecuadamente, hay oportunidad de sentar cátedra y levantar estructuras. Prueba de ello es la compañía teatral Iguana Teatre, que este domingo celebró sus tres décadas de existencia con una fiesta en el Teatre del Mar de Palma, a la que estaban invitados todos aquellos que, de forma directa o indirecta, han formado parte de su historia, así como miembros de la Administración como Esperança Camps, consellera de Cultura, o Noemí Garcies, coordinadora de Cultura de Cort.

«Ahora mismo soy yo el que da la cara, pero este ha sido un trabajo de mucha gente que está hoy aquí presente», dice Carles Molinet, director de la compañía. «Es maravilloso volver a ver a quién formó parte de esto en los 90 y lo dejó, y también a aquellos que nos han acompañado hasta el día de hoy», añade.