Felip Carbonell en una imagen reciente. | BRENDA McCALLION

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Antes de abandonar la Isla para recalar en Irlanda, tierra de duendes, leyendas y bebidas de alta graduación, Felip Carbonell dejó su impronta en bandas como Camamil.la y Tumbet, con las que se granjeó cierta notoriedad. En Irlanda se ha curtido como programador de salas, manager y promotor de espectáculos, sin renunciar nunca a su pasión por la guitarra. El colors del temps / The colours of time es su debut en solitario, álbum que presentará el 8 y 9 de mayo en el Teatre Xesc Forteza de Palma (21.00) y Auditori de Porreres (21.00), respectivamente.

Grabado entre Mallorca e Irlanda, Carbonell refleja en su doble elepé la dicotomía que enfrenta su origen con su destino, a la par que mezcla con armonía pasado y presente. «Sentía la necesidad de expresar mis sentimientos a través de la música, ese es realmente el punto de partida del disco», explica.

Sorprende que un músico con su bagaje haya demorado tanto su debut en solitario, «El proceso ha sido lento, pero puramente orgánico, por qué no lo hice antes es mi mayor duda», reflexiona. Carbonell advierte que aborda este cuestionario mecido por el traqueteo de un tren con destino a Dublín, «me ayudará a acortar las tres horas de trayecto».

Diecisiete años en Irlanda le confieren una perspectiva angular de la música, «este país me ha brindado magníficas oportunidades», también un anecdotario envidiable: «Un día estaba tocando en un pub con unos amigos, se nos sentó al lado un violinista al que no reconocimos a primera vista, y nos acompañó el resto de la velada. Resultó ser Steve Wickham de los Waterboys, uno de mis grupos más admirados». Ecléctico y versátil, los veintiún cortes de su trabajo transcriben «todas mis influencias y una gran diversidad de estilos. El hecho de ser un álbum doble, grabado en dos países diferentes con músicos de varias nacionalidades, conlleva esta diversidad».