En la iglesia del Socors, los ‘bruis’ se utilizan en la escenografía de la Casa Santa en abundancia. | Pere Bota

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Un hombre y una mujer, con aspecto de turistas peninsulares, preguntaba a una monja, en la iglesia de la Concepció, por los bruis, esas plantas que se asemejan a largas, delgadas y tupidas matas de pelo blanco que adornan las Casas Santas. Como ellos, cientos de personas recorrieron este viernes y el jueves las iglesias de la zona alta y baja de la ciudad para participar de una tradición religiosa que también se ha vuelto cultural y patrimonial.

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El característico color blanco de los bruis se consigue porque se cultivan a oscuras y entre toda la escenografía que rodea la urna o Casa Santa, es el elemento más tradicional y el que más llama la atención del profano. Desgraciadamente, solo permanecen fiel al mismo algunos de estos montajes de origen medieval y el de la Concepció es uno de los que más luce. Este viernes también los vimos en Sant Jaume, Santa Eulàlia o el Socors, por citar algunas de las 23 paradas que conforman el itinerario por la Ciutat antiga, alta y baja, que cada año siguen más mallorquines y aquellos visitantes que buscan unas vacaciones con un plus añadido al solecito de abril.