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La alfombra roja de los Óscar, se vistió este año con una fórmula tradicional de colores: una alta proporción de blancos, sobrios negros, salpicado por algún apunte de rojo, y sin olvidar una pequeña dosis de extravagancia, personificada en Jared Leto y su esmoquin lavanda.

Entre los aciertos de la noche ha estado, sin duda, la elegancia de Cate Blanchett, que con un sencillo traje de terciopelo negro del resucitado John Galliano para Martin Margiela, acompañado por un collar azul turquesa, ha demostrado que menos, es siempre más.

Entre las más tradicionales, las nominadas a mejor actriz que optaron por lo seguro como el blanco de Marion Cotillard, con un vestido en tela troquelada de Dior o Julianne Moore, con un Chanel Couture cuajado de abalorios.

Rosamund Pike prefirió probar suerte con un ajustado rojo Givenchy, mientras que Felicity Jones eligió un poco favorecedor McQueen en gris perla, con cuerpo tapizado en perlas.

Estos abalorios, tuvieron especial protagonismo en el diseño de Lupita Nyong'o, que vistió un diseño de Calvin Klein cuajado de perlas (unas 6.000), que acaparó gran parte de los flashes.

Si la ausencia de Jennifer Lawrence eliminó de la programación de la noche la caída de turno -hace dos años tropezó al subir a recoger el Óscar por «El lado bueno de las cosas», y en la pasada edición, en su paseo por la alfombra roja-, lo que no han faltado han sido los «memes».

En este caso sobre el atuendo de Lady Gaga, que, con un diseño de Azzedine Alaïa, causó estupor por unos guantes en rojo, que parecían más propios de las tareas domésticas que de la alfombra roja.

Los 150 metros de recorrido de que dan acceso al Teatro Dolby de Los Ángeles estuvo, en las horas previas a la gala, lleno de moda y diseño, peor también contó con el entrañable detalle de Patricia Arquette, una de las ganadoras, que frente a una marca internacional prefirió vestir un diseño de su mejor amiga de la infancia, Rosetta Getty, y estuvo acompañado por su hermana, su hija y su madre.

Esta edición tuvo muchos momentos familiares, como el de Dakota Johnson, de rojo Saint Laurent, con una abertura lateral de vértigo, acompañada por su madre, Melanie Griffith o los actores Chris Pratt y Anna Faris, que no se iban a quedar de fiesta porque querían volver a casa con su hijo, o Emma Stone que acudió con su madre.

También de reivindicación estuvo llena la alfombra, la de #askhermore, una campaña que reivindica el derecho a las actrices y directoras a ser preguntadas por algo más que por sus vestidos en la alfombra roja.

«Es difícil ser mujer en Hollywood. Este año somos medio centenar de nominadas y estamos muy contentas de estar aquí, y queremos hablar de nuestro trabajo», señaló Reese Witherspoon, nominada por su trabajo en «Alma salvaje», en el que encarna a una mujer que reconstruye su vida tras una larga peregrinación.

Entre los «déjà vu», el estilismo de Jennifer López con su tradicional estilo «lady» de traje de noche de pedrería en tono «nude», y Gwyneth Paltrow con un ceñido traje rosa bebé de Ralph & Russo.

Como nota destacada, los hombres, que conquistan cada año nuevas cotas de experimentación apostando por colores, diseños y estilismos que se desvinculan del típico esmoquin negro con pajarita.

Con el pelo suelto, estilo Jesucristo, Jared Leto impactó a propios y ajenos, con un esmoquin en tono lavanda claro, seguido de cerca en extravagancia por el cantante Will.i.am de The Black Eyed Peas, con un diseño poco usual, de camisa a rallas, pantalón con bajo arremangado; o David Oyelowo, el protagonista de «Selma», en un esmoquin rojo vino de Dolce&Gabbana.

Tampoco pasaron desapercibidos Neil Patrick Harris, el maestro de ceremonia, que apareció en la alfombra con un esmoquin gris perla (Brunello Cucinelli), y los actores Adrien Brody y Benedict Cumberbatch, que eligieron la arriesgada combinación de esmoquin de chaqueta blanca y pantalón negro, al estilo camarero del siglo pasado.