Una de las paredes de Son Boter donde se aprecia el estado de degradación de los muros y dibujos. | M. À. Cañellas

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Los grafitos que Joan Miró dibujó a carboncillo en las paredes del taller Son Boter llevan años degradándose lentamente. Incluso en algunos casos se ha perdido parte del dibujo, por la humedad que afecta al edificio, que asciende por las paredes de este inmueble de construcción tradicional que forma parte del Territori Miró y que es Bien de Interés Cultural (BIC). Desde hace meses, la Concejalía de Cultura del Ajuntament de Palma y la dirección de la Fundació Pilar i Joan Miró mueven hilos para impulsar un plan de restauración más ambicioso que las intervenciones parciales que se han hecho a lo largo de los años.

«Es la hora de Son Boter», declara el concejal Fernando Gilet, quien busca apoyos en el Ministerio de Cultura, en la Comisión de Cultura del Congreso y que quiere implicar al Govern y al Consell.

A instancias de la directora de la citada fundación, Elvira Cámara, el Instituto de Patrimonio Cultural del ministerio presentó en 2013 en Patrimoni Històric del Consell un informe y un proyecto para una intervención de urgencia en los grafitos. Tras un «examen visual» del estado de los mismos, los técnicos de este departamento concluyeron «suspender la intervención propuesta hasta que se presente un proyecto redactado por un equipo técnico interdisciplinar», se explica en un informe del Consell El proyecto incluiría, señala Cámara, varios profesionales como «arquitectos, químicos, restauradores...»