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«La idea que teníamos, tanto el director del IEB, Antoni Vera, como el otro coordinador, Bernat Campins y yo era que fuera una especie de puente, o eco perdurable, entre la obra que nos ha dejado don Cristóbal y la futura investigación que, sin duda, va a llevarse a cabo sobre la misma». Así explica Jesús García Marín la génesis de la publicación que el Institut d'Estudis Baleàrics ha dedicado al escritor Cristóbal Serra, (Palma 28 de septiembre de 1922 - Palma, 6 de septiembre de 2012) en el segundo aniversario de su muerte, que se ha cumplido la pasada semana. El monográfico se dará a conocer en octubre.

Se trata, añade García Marín, de «un libro de memorias de sus amigos», una recopilación de artículos inéditos escritos especialmente para la publicación estudis baleàrics 104 , «artículos sesudos, como el de Toni Nadal sobre la relación que tuvo Serra con Bartomeu Fiol, una bibliografía impresionante recopilada por el equipo de la Biblioteca March, entrevistas...», en el que firman escritores tan dispares entre sí como Pere Gimferrer, Ramon Chao, Antoni Serra, Rosa Planas o Enrique Vila-Matas.

Cristóbal Serra era considerado un 'raro', un autor de culto que escribía en castellano y al que seguía una gran minoría de lectores. Sobre su lugar en la Literatura del siglo XX García Marín reflexiona: «Serra es un escritor de minorías, se le ha calificado de ermitaño, aunque. ¡coño!, sin duda, a lo largo de la Historia de la Humanidad es el ermitaño que más amigos tenía. Siempre será minoritario porque su obra es intrincada, está llena de laberintos culturales difíciles de descifrar. Su obra es un pozo sin fondo que también se puede leer en la superficie, depende de la capacidad de cada lector. Leer a Serra es un reto y una bendición, y en un país culto sería una obligación». El autor de Viaje a Cotiledonia (1965) fue físicamente casi un ermitaño a quien, en vez de salir de casa, le gustaba recibir en ella a periodistas, fans, amigos, escritores, alumnos, siempre en su rincón de trabajo y en torno a una mesa camilla, donde todos los que le visitaban podían disfrutar de su conversación y sentido del humor.

Sobre la 'rareza' de unas obras «que no van con las modas, que son atemporales», Bernat Campins, del IEB, opina que «detrás de su trabajo hay mucha reflexión humana y literaria, es un creador de mundos, de palabras, y leerlo requiere un cierto esfuerzo».

En estudis baleàrics 104 . La Sociedad del Asno Bermejo. Homenatge a Cristóbal Serra (1922 - 2102) , la palabra escrita por amigos y expertos ocupa lugar junto a dibujos con los que el propio Serra ilustró algunos de sus libros o fotografías rescatadas del fondo de Edicions Cort, su editorial palmesana. También de la Biblioteca March, a quien este narrador vanguardista y traductor dejó su legado en 1994, un tesoro literario que aún dará mucho que hablar, según García Marín.