PALMA CULTURA CANPRUNERA ESCULTURA MIRO CON LA PRESENCIA DE LOS NIETOS DE MIRO Y PICASSO FOTOS TERESA AYUGA

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La exposición de la escultura Tête de Femme, un bronce de Joan Miró fundido en 1974 en Verona, aunó ayer a Joan Punyet Miró, nieto del artista y a Bernard Ruiz-Picasso, nieto de Pablo Picasso, en el museo modernista Can Prunera de Sóller. Ambos se fotografiaron en el patio interior de la estación de ferrocarril del municipio junto a imágenes de sus respectivos abuelos. En una de ellas, tomada un 19 de agosto de 1968 en Mougins, Francia, aparecen Miró y Picasso con dos de los cuatro nietos del primero, Emili y David, y dos retratos. La estampa lleva una dedicatoria, en rojo, del genio malagueño: «Aquí estamos querido amigo Miró y te mandamos unos buenos abrazos». Aquel vínculo, tan íntimo, tan estrecho, se conserva entre generaciones. Lo recordaba Joan Punyet tras explicar que había invitado a Bernard Ruiz-Picasso al acto inaugural de Tête de Femme.

La exhibición de la pieza se debe a una cesión por cinco años de la Successió Miró. La escultura está inspirada en una figura modelada a mano de un pavo del pesebre que la abuela de Joan Punyet Miró adquirió en Pórtol. «Mi abuelo se enamoró del arte folklórico mallorquín anónimo. Lo encontró tan maravilloso que se lo llevó a la fundición de Italia con 81 años», rememora Punyet, quien recrea, en italiano, la conversación que mantuvo Miró con el responsable de la fundición Bonvicini. –Maestro, ¿tutto bene? –Tutto bene. Andiamo con la macchina.

Al fundidor italiano le impactó que Miró decidiera invertir un pavo para transformarlo en un rostro de mujer con peineta. «No entendía nada, eso era la potencia mironiana, jugar con la libre asociación de ideas del movimiento surrealista», matiza el nieto del creador.

En Can Prunera, antes de descubrir la escultura, Santiago Mayol, director del museo; Óscar Mayol, presidente del Ferrocarril de Sóller; Pere A. Serra, presidente de la Fundació Tren de l’Art; Antònio Gómez, vicepresident del Govern, Joan Punyet Miró, Bernard Ruiz-Picasso y Carlos Simarro, alcalde de Sóller, pronunciaron unas palabras sobre lo que supone que el museo modernista aloje una obra como Tête de Femme.

Además, Can Prunera también estrenaba una ampliación del museo en un edificio anexo, donde se ha instalado una tienda, y una exposición fotográfica de Tom Weedon, Els ulls del temps, resumida brevemente por su hija, Cordelia, que también participa en la muestra.

Pere A. Serra agradeció la presencia de Bernard Ruiz-Picasso, un hombre habituado a una vida, en estío, «sosegada, tranquila y discreta» en Formentor. El presidente de la Fundació Tren de l’Art zanjó su intervención deseando que «sigamos progresando y teniendo amigos como es, desde hoy, el señor Bernard Ruiz-Picasso».