Antònia Reig Morro, en el Taller de Restauració del Bisbat de Mallorca. | Joan Torres

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Antònia Reig Morro (Pollença, 1968) es la actual directora del Taller de Restauració del Bisbat de Mallorca situado en la Calle Seminario, de Palma. Llegó a esa responsabilidad en 1996, después de tres años como colaboradora a la órdenes del sacerdote Miguel Garau, que era quien lo dirigía en esos momentos. Reig es licenciada en Bellas Artes en la especialidad de Conservación y Restauración por la Universidad de Sant Jordi de Barcelona.

—¿Con qué equipo cuenta actualmente?
—Somos seis en total, todas mujeres, en plantilla fija y nos ocupamos de encargos de restauración pintura, escultura y retablos.

—¿Cuál fue su primer encargo importante?
—La restauración del retablo del Crist de la Sang. Posteriormente, nos ocupamos de la capilla de la misma iglesia que ofrecía un lamentable aspecto. Estaba totalmente ennegrecida, ahumada por los cirios. Tuvimos que limpiar 14 lienzos, el retablo de las paredes, la cúpula y la linterna. Fueron precisos diez años para concluir este trabajo.

—Que sería, también, costoso...
—Todo se hace bajo presupuesto que incluye materiales, documentación, asesoramiento de un historiador, análisis químicos, etc. Los criterios de restauración se basan en la ética y respeto en lo referente a los materiales que han de ser estables en el tiempo pero con técnicas reversibles. Esto es por si, con el paso de los años, otros restauradores disponen de avances que puedan mejorar lo hecho.

—¿Ha intervenido en algún encargo en la Catedral de Palma?
—Sí y fue el más importante que acometimos: el retablo gótico que en 1400 presidia el templo y que, en 1730, pasó a quedar medio escondido en la espalda de otro retablo barroco.

—Al parecer, Antonio Gaudi lo rescató...
—A partir de la reforma de Gaudí en 1904 se decidió colocarlo encima del Portal del Mirador. Y ahí luce maravilloso. El barroco fue instalado en la parroquia de la Inmaculada Concepción, en Sant Magí.

—Hace unos años tuvieron que volver a ocuparse del Cristo de la Sangre.
—En 2002, y a causa de un acto vandálico, esa amada y venerada imagen quedó rota en multitud de pedazos. Cuando nos lo comunicaron pedimos que no se tocara nada. Actuamos como esos agentes de la serie CSI buscando y numerando fragmentos por toda la sala. Algunos de ellos eran tan pequeños que fue imposible incorporarlos a la restauración. Hay que tener en cuenta que esta talla estaba realizada en corcho con el fin de que pudiera ser transportada en procesión. Las partes mas afectadas fueron el torso, la cabeza y los brazos que estaban separados así como una de las piernas destrozada. Tuvimos que añadirle, en tan complicada reconstrucción fragmentos de madera y espigas de fibra de vidrio. Necesitamos mas de once meses para terminar el trabajo y, ese año, no pudo salir en procesión. Fue reemplazado por un Cristo de madera más pequeño.


—Ustedes trabajan con productos químicos que, cuanto menos, deben ser tóxicos.
—Sobre todo años atrás. Para protegernos tenemos que utilizar guantes especiales y mascarilla. Si cometes un descuido y pones las manos donde no debes pueden quedar aferradas y después se desprende la piel. También lo que inhalamos puede ser muy perjudicial.

—¿Es un trabajo vocacional, el suyo?
—Absolutamente, pero también muy satisfactorio cuando lo vemos terminado y expuesto. En ese aspecto nos gustaría que se divulgara lo hecho para que el pueblo lo sepa y considere que el dinero empleado está bien invertido.

—¿También aceptan encargos de particulares?
—Con mucha frecuencia. Desde obras de gran valor hasta las más humildes de gentes que desean conservar modestos recuerdos familiares ya sean pinturas o esculturas.