La familia Moll: Toni, August Darder, Dora, Francesc y Susanna, junto a Gabriel Janer Manila, en La Misericòrdia. | Joan Torres

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En el contexto de la Segunda República nació una editorial fundada por un «inventor de palabras», Francesc de Borja Moll, dedicado al dinamismo y activismo cultural. Era un periodo de efervescencia por la lengua catalana. El sello conmemoró ayer su 80 aniversario en la capilla de La Misericòrdia, donde se escucharon las palabras del escritor Gabriel Janer Manila; Francesc Moll, hijo del lingüista, y del vicepresident de Cultura del Consell, Joan Rotger.

En su piso, repleto de libros, del barrio de sa Calatrava, recordaba Janer Manila, Moll «siempre estaba dispuesto a escucharte». La relación «más profunda» entre escritor y lingüista fue cuando el primero ganó el Ciutat de Palma, en 1968, por L’abisme. La editorial se hizo cargo de la edición. «Moll se leía los libros y revisaba los originales que publicaban, por buenos que fueran los informes de sus asesores».

Su hijo, Francesc Moll, expuso que el sello siempre ha tenido dificultades de supervivencia. Ahora «empezamos a remontar, tengo la esperanza de que con la solidaridad que ha demostrado nuestro público podremos continuar editando».

Francesc de Borja Moll luchó por que la lengua catalana tuviera presencia pública. Fue un hombre «optimista, hasta en los momentos más duros», una persona que, en la fase final de su vida, «continuaba inventando palabras, seguía jugando con el lenguaje. Era el hombre de las palabras», zanjó Janer Manila.