Canamunt o Sa Gerreria son los puntos calientes del arte urbano.

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No hay ciudad europea que valore la cultura como potencial económico o turístico que no aproveche, de tenerlo, el talento artístico que se manifiesta en su paisaje urbano. Palma lo posee, sólo hay que hacer un pequeño tour por Canamunt para entenderlo y evitar que «el no saber cómo gestionarlo» lo silencie. «Habría que tratarlo como parte de patrimonio artístico de la ciudad», reivindica Marc Peris, ‘SOMA’, una de las firmas con más presencia en las calles de Palma.

En España hay múltiples ejemplos de ciudades que han realizado proyectos en torno al Street Art: Madrid, Valencia, Barcelona o Sevilla, por citar algunas. Festivales, talleres, rutas, ... que ponen en valor la obra de arte -la definen, la acotan y la distinguen de otras prácticas- contra la desprotección. En Palma «es difícil pedir permisos», y la ordenanza de convivencia cívica que promueve Cort, ahora en fase de alegaciones, «no permitirá hacer nada en la calle a nivel artístico», lamenta el artista. Al respecto, el regidor de Més Antoni Noguera valora que esta norma tiene «vocación sancionadora sin tener en cuenta la creación artística ni su función rehabilitadora de espacios degradados». El grupo propondrá el próximo jueves al pleno del Ajuntament de Palma que se reconozca el valor cultural, artístico y patrimonial del arte urbano, y que se inicie un proyecto con los artistas para que esta manifestación sea declarada patrimonio cultural de la ciudad. El proyecto podría gestionarlo Palma Espais d’Art, propone Noguera, y contemplaría talleres, intervenciones, visitas guiadas, jornadas creativas y documentos consensuados de buenas prácticas. «Nos encontramos en un limbo legal. Hasta ahora la sanción dependía de si el propietario del espacio pintado te denunciaba. A mí nunca me ha ocurrido, pero ahora la policía podrá sancionarnos de oficio», cuenta SOMA, y la multa podría alcanzar los 400 euros. Son muchas las iniciativas que se han presentado para proteger esta manifestación artística, como la colaboración con los comerciantes del casco antiguo para pintar sus persianas. No prosperó. En Benimaclet, en Valencia, funcionó como reclamo turístico y mejoró la imagen del barrio.