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Diana Cabrera tiene cuatro años, un vestido de princesa y otro de flamenca. Siempre elige el segundo y procura acompañarse de castañuelas. Es hija de Jose Cabrera y Beatriz Lora, dos profesores de danza española del Conservatori. En Luis Fernanda , la zarzuela que se despide hoy del Principal, coinciden los dos durante un baile de folklore extremeño, mientras que en Trencanous son padre e hija los que compartirán escenario el día 13.

En esta familia de bailarines la dedicación es plena. «La vida del bailarín no es ir al Conservatori, volver al hogar y hacer vida normal, sino que en casa también estás preparando clases», relata Cabrera.

La situación que atraviesa la danza es «difícil». «Poco a poco surgen compañías profesionales», comenta Cabrera, aunque «el problema de Mallorca es que no hay afición», continúa Lora, «y sin público no pueden existir las compañías».

Recurrir a las subvenciones es una de las alternativas para dar más visibilidad a esta disciplina. «Se deberían hacer más producciones, pero el problema es que no hay dinero», reflexiona Cabrera.

En el Conservatori observan que la cantidad de alumnos es considerable. En danza elemental hay más de un centenar de estudiantes, una treintena en profesional española y medio centenar en la especialidad de profesional clásica.

Trampolín

El pasado mes de agosto presentaron la compañía Ballet Español Illes Balears como trampolín para impulsar a los nuevos valores. «Ahora mismo lo tenemos parado. Queremos volver a retomarlo a principios de año. Lo difícil de la compañía es poder mantenerla», señala Cabrera.

La afición nace «creando danza y espectáculos e intentando hacer promoción» para que se animen alumnos como Diana, la niña que prefería el vestido de flamenca al de princesa. Y con castañuelas.