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El historiador medievalista Miquel Barceló murió ayer a causa de un cáncer, no lejos del mar, en Portocolom, y nos deja una intensa vida profesional centrada en el estudio de las antiguas sociedades islámicas. Miquel Barceló Perelló nació en Felanitx el 27 de enero de 1939 y cultivó distintos registros literarios: publicación académica, traducción, crónica periodística, narrativa y poesía.

De niño coincidió en la escuela de Ca ses Monges de Caritat de Felanitx con el escritor Miquel Bauçà. A finales de los años 50 se trasladó a Barcelona para estudiar Filología Románica e intentar convertirse en escritor. Conoció a Jaime Gil de Biedma y Carlos Barral; fue alumno de los profesores José Manuel Blecua, Antoni Badia i Margarit y Martí de Riquer, quien años más tarde vincularía su tarea de profesor a la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB).

Barceló publicó en el año 1957 el libro de poemas Així sia: elegies irremeiables (Editorial Moll). Años más tarde se trasladó a Inglaterra y después a Nueva York, donde ejerció de profesor universitario de español y literatura española en la New York University, la Hunter College y la Suny de Stony Brook.

Investigaciones

A causa de una grave enfermedad, regresó a Barcelona en el año 1970 y se estableció como docente en la UAB, donde fue catedrático de historia medieval. Al año siguiente se doctoró en Valencia. Se convirtió en un experto en exterminios de sociedades no europeas, en arqueología hidráulica y en la destrucción del Al-Andalus. Son muy relevantes sus investigaciones sobre la desaparición de la población musulmana en Mallorca, Menorca y Eivissa a causa de la conquista catalana en el siglo XIII. Una de sus aportaciones científicas más importantes fue la profundización en la arqueología hidráulica. Logró desentrañar parte de los secretos del modo de producción musulmán a través de sus acequias y canalizaciones.

Ensiola Edicions reunió en El país llamado deseo (2006) sus colaboraciones en el diario El País entre los años 1996 y 2005, que el escritor Guillem Frontera calificó ayer de «artículos a la altura de los mejores autores de España, una obra periodística inteligente en vías de extinción». Frontera se refirió a Barceló como «poeta, creador, pensador y erudito», una definición de su labor poliédrica.

Como narrador, Barceló publicó El terme de Manacor (Ensiola, 2007) y Trenc d’alba (La Magrana, 2009). Tradujo a Joseph Conrad en Una avançada del progrés (Ensiola), que también prologó. De sus trabajos académicos destacan Una memoria singular y persistente (Universidad de Granada, 2004), Estudios sobre el estado omeya de al-Andalus (Publicacions Universitat de Valencia, 2010), entre otros.

Barceló estuvo vinculado a la revista Avenç y participó en 2009 en el descubrimiento de las llaves de los últimos sarracenos de Mallorca, restos de los isleños bereberes de Artà que huían del ejército conquistador, un episodio descrito por Jaume I en la crónica El llibre dels fets.

Tras jubilarse, ha pasado la última etapa de su vida en Portocolom. Nos deja como vivió,rodeado de la discreción y la profundidad de espíritu que caracterizó su vida.