BARCELONA. FOTOGRAFIA. TONI CATANY, FOTOGRAFO DE LLUCMAJOR EN SU CASA DE BARCELONA. | Carles Domènec

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El velatorio de los restos mortales del fotógrafo Toni Catany (Llucmajor, 1942 - Barcelona, 2013) tendrá lugar mañana jueves en el tanatorio de las Corts en Barcelona, donde se celebrará un acto público a las 12 del mediodía. El cuerpo se incinerará y se trasladará a Llucmajor donde se hará un funeral.

«La voluntad de Toni era tener su fundación, en la que llevamos tiempo trabajando, pero el tema del legado no está claro ya que las condiciones han cambiado», explicó ayer el poeta y narrador Miquel Bezares, amigo íntimo del fotógrafo y que ayer se desplazó a Barcelona para coordinar las gestiones relacionadas con el inesperado fallecimiento.

Bezares compartió con Catany diálogos con Blai Bonet, en desplazamientos en coche de Llucmajor a Santanyí, hace 20 años. «Toni quería visitar a Blai, no tenía coche, así empezó una muy buena amistad, a través de conversaciones sobre literatura, arte y fotografía», rememoró Bezares. El retrato más conocido de Bonet lo realizó Catany en una de esas jornadas, un perfil de mirada sobria. «Lo recuerdo muy bien, lo tomó en Cala Figuera, la única vez que Blai salió de su casa».

Catany falleció el lunes por la noche en el centro Peracamps, a pocas calles de su domicilio en Barcelona. Por la tarde se había empezado a encontrar mal. Se digirió a una farmacia y, después, al PAC más cercano, con dolor intenso en el pecho, que había surgido unos días antes. Se desmayó y ya no pudo reanimarse. El cuerpo fue traslado a la Ciudad de la Justicia donde ayer se le practicó la autopsia. Los forenses determinaron que murió a causa de un infarto.

El artista tenía planeado viajar el mismo lunes a Mallorca, donde había quedado con un arquitecto por la rehabilitación de su casa. «Estaba animado con el nuevo proyecto, decía que quería darse prisa», explicó Maria del Mar Bonet, muy afectada, a quien Catany retrató durante toda su carrera y con quien compartió complicidades, una gran amistad y la afición por la pintura.

El fotógrafo y comisario belga Alain d’Hooghe recordó ayer en la Ciudad de la Justicia que «conocí a Catany en julio de 1984, en Arles, acababa de publicar Natures Mortes, fue una amistad que surgió enseguida, como un flechazo». El festival de la ciudad francesa abrió las puertas al reconocimiento internacional de Catany, que en los últimos años tenía propuestas firmes de trasladar su legado a Francia.

Por otra parte, el Govern Institut d’Estudis Baleàrics, la Obra Cultural Balear y el Consell lamentaron la muerte del fotógrafo y destacaron su trayectoria. MÉS y PSIB anunciaron que seguirán trabajando para que la Fundació Toni Catany salga adelante.