Sebastià Pou y Carlos Fortea son representantes del comité de empresa de la Orquestra Simfònica de Balears.

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Llevan varios meses recordando un compromiso adquirido en esta legislatura: La continuidad de la Simfònica a cambio de una reducción salarial del 17 % en 2012. Los músicos dicen que ellos han cumplido, y se sienten traicionados al quebrarse un acuerdo que firmó Rafel Bosch antes de salir de Cultura. El comité de empresa se sienta a diario con su gerente, Marcelino Minaya, para desbloquear un conflicto que «ya nos gustaría haber zanjado», pero el acuerdo parece estar cada vez más lejos.

—La negociación está bloqueada. El Consorci propone revisar asuntos que conciernen al convenio y ustedes se oponen...
—De aceptar la propuesta puesta sobre la mesa [10 despidos y reducción salarial] esto ya no sería una orquesta, sería una charanga. El gerente ha hecho una propuesta personal, pero sin respaldo político. Nosotros nos negamos a que se nos toque más el salario. Una vez que el Consorci pueda asegurar la plantilla y las nóminas, estamos dispuestos a hablar del convenio. Lo que no podemos hacer es negociarlo sabiendo que tienen pendiente una reducción salarial, despidos,...

—¿Cuál es personal mínimo para una sinfónica?
—No hay una cifra exacta, pero se suele fijar una media de 85 músicos. Llevamos cuatro años funcionando con la plantilla mínima. Somos 70 y el funcionamiento artístico de la orquesta se ve maltrecho, faltan instrumentos y obliga a contratar a profesionales para poder hacer repertorio. ¡Y quieren que seamos 50!

—También cuentan con alumnos del Conservatori.
—Nos vendieron que iban a utilizar la orquesta como plataforma para los jóvenes del Conservatori a cambio de créditos, pero no ha sido así. Se ha convertido en tener músicos gratis, a coste cero. Los propios profesores pedían a los alumnos que no vinieran.

—¿Se ha prescindido de músicos para contratar a otros?
—No, porque no se ha hecho ninguna contratación. Han preferido que faltara un instrumento, lo que es un insulto al compositor.

—Es la primera ocasión que el colectivo pide la dimisión de un gerente.
—Los políticos le defienden porque ha cerrado 2012 con 22.000 euros de superávit. Cuadrar el presupuesto teniendo la disponibilidad extra del 17 % del salario de los trabajadores es muy fácil. La petición de dimisión está respaldada por el 85 % del colectivo por varias cuestiones. La gestión de la orquesta está rozando el amateurismo, el nivel de organización y planificación de ensayos no tiene precedente. Por otra parte, los músicos han dado la posibilidad de dar conciertos de cámara y pedagógicos sin ingresar un céntimo más, en el tiempo libre, para generar ingresos extra. Se ha gestionado muy mal, algunos conciertos se han regalado, no se han anunciado... Además, nos han llegado quejas de solistas y directores por el trato, y la razón de peso es por cómo se gestó el despido de Salvador Brotons. Se le comunicó delante de los músicos, pasamos un mal trago.

—Se dice que tienen un convenio marcado por privilegios.
—Es una imagen malintencionada que se ha querido dar. Hace un año empezamos un observatorio de convenios, con vistas a negociar el nuestro. Cogimos los de todas las orquestas españolas y el nuestro está en la media.

—Tienen distintos pluses y varias ayudas, como a quienes tienen hijos.
—Este apartado aparecía en el convenio de cualquier trabajador laboral o funcionario de Cort. Se decidió aplicarlo a la Simfònica. No es exclusivo ni un privilegio. Nosotros no recibimos ningún tipo de compensación por nuestro horario, que no es regular, trabajamos fines de semana, acabamos óperas a la una de la madrugada,... Ya sabemos que nuestro trabajo es así, y que hay que ser flexible. Esta ayuda de 30 euros cubre a los que tienen hijos, es una ayuda familiar. Por este horario no regular, y para poder organizarnos, el plan de trabajo debe presentarse con un mes de antelación. Esta gerencia te avisa de cambios una semana o unas horas antes.

—¿Es cierto que hay músicos con poca actividad y gran sueldo?
—Ha habido una campaña de ataque a algunas plazas, el arpa y la tuba. Se han utilizado falacias, quizá para prescindir de ellas. Algunos técnicos nos comentaron que les habían dicho que hay músicos que ni viven en Mallorca. Es mentira. De todas formas, el responsable de que se programe para la plantilla que se dispone es el gerente.

—Puede que alguien crea que su queja es exagerada.
—En 24 años de orquesta profesional, se han hecho tres meses de manifestaciones. Creemos que somos un colectivo bastante discreto, que no sale a la calle por cualquier cosa, pero nos vemos acorralados. Vemos que la orquesta peligra. La gente la quiere y se nota con los conciertos que hemos hecho ahora. Existe un desconocimiento sobre la Simfònica y de cómo aprovecharla. En dos meses de huelga hemos hecho más publicidad que en 24 años de gestión.