La escritora Clara Usón ayer, reposada sobre una de las ventanas del Club Pollença.

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En La hija del Este , Clara Usón (Barcelona, 1961) relata el suicidio de Ana Mladic, la hija del dictador Ratko Mladic, quien ordenó ejecutar a 8.000 bosnios tras el cerco de Srebenica. En este híbrido de realidad y ficción, Usón maneja rumores, hipótesis y conjeturas que se difundieron por Belgrado tras la muerte de Ana. Su padre no salió bien parado de la guerra de Bosnia, de la que era comandante jefe. Para Ana Mladic, su progenitor era un héroe. Un héroe que se convirtió en criminal. «Un ídolo con pies de barro», afirma Clara Usón, ganadora del Premio Nacional de la crítica 2013, que ayer impartió una charla sobre L a mafia. Las guerras ocultas en la literatura , dentro del Festival de Pollença.

-¿Cree que los hijos pueden sentirse culpables de lo que han hecho sus padres?

-El suicidio de Ana Mladic siempre será un misterio porque ella no dejó ninguna carta, sólo ese gesto elocuente que fue utilizar la famosa pistola que le habían regalado a su padre sus compañeros de promoción y que le había dicho que solo dispararía cuando naciera el primer nieto Mladic. Da la impresión que al utilizar esa pistola le estaba dejando un mensaje a su padre: me mato por ti. Era esa pistola la que tenía que celebrar la continuidad del linaje, la que ella empleaba para terminar con toda posibilidad de continuidad.

-¿Se entiende el suicidio como un acto de impotencia?

-No lo sé, tiene muchas lecturas. También puede ser un castigo al padre. Para Ratko Mladic su hija era la persona que más quería. A los cuatro días de la muerte de Ana, él maquilló el cadáver, le pidió al forense la bala que tenía alojada en el cerebro, un mechón de sus cabellos...

-Al principio de la novela hay una cita que dice que los dirigentes de los pueblos nunca aprenden. ¿Cómo nos protegemos?

-Lo cierto es que la naturaleza humana no evoluciona. Queremos creer que hay un progreso, pero en lo que concierna a la naturaleza humana somos iguales. Somos igual de manipulables. En cuanto nos meten miedo nos volvemos mansos, gregarios.

-¿Por qué somos tan manipulables?

-La realidad está siempre manipulada, los medios de comunicación nos dan siempre una versión. El miedo paraliza, te vuelve gregario, servil y no cuestionas. Y, además, el miedo da fuerza al líder.

-En estas situaciones, ¿cuál debe ser el papel del intelectual?

-Llama la atención que en la guerra de Yugoslavia los intelectuales hicieron un pobre papel. El intelectual es el mayor manipulador porque tiene el don de la palabra.

-Siempre hay disidencia entre los intelectuales...

-Siempre hay disidencia, pero ese es el papel más ingrato porque el disidente acaba en la cárcel o en el ostracismo.

-¿Se puede entender que los países se tornen más nacionalistas y den la espalda a Europa?

-El estado nación ha perdido soberanía. Desde que la soberanía reside en el pueblo se crea la idea del nacionalismo, porque antes la soberanía venía de Dios, tenía origen teológico. El estado nación tiene 300 años y en estos momentos la economía global da la impresión de que es impotente porque Google es más poderosa que el gobierno español. Y los bancos. Nunca he entendido por qué nosotros tenemos que asumir las deudas de entidades privadas como los bancos. La impresión que una tiene es que los gobernantes de España, Italia, Portugal... son meros capataces inútiles y corruptos. Quiero elegir yo a quien realmente manda, si me dieran la opción, preferiría votar en Alemania que en España porque mandan allá.