La entrada a CineCiutat estaba despejada hasta que apareció el actor Joseph Fiennes. | P. Pellicer

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La entrada a CineCiutat estaba despejada hasta que apareció él. Entonces se armó un círculo de fotógrafos y curiosos que orientaban las cámaras de sus teléfonos móviles hacia el actor Joseph Fiennes. «Quiero dar mi apoyo a todos los que están detrás de esto [en referencia a CineCiutat], además, está iniciativa me gusta porque no es tan comercial», dijo. Antes, las 221 butacas de la sala 2 del cine las ocuparon espectadores que vieron Shakespeare in love (1998), la película que Fiennes protagoniza junto a Gwyneth Paltrow. Al final del filme, durante los créditos, el intérprete entró, entre aplausos, a la sala. Empezaba el coloquio.

Hace 15 años que Fiennes no ve la cinta, pero ayer, junto al público, recordó cómo fue encarnar al mismísimo William Shakespeare. «Me gustó llevar medias», afirmó entre risas. «Fue un gran honor, aunque también pasé miedo por la presión que suponía interpretar a un personaje así».

Desde su primera respuesta, Fiennes dejó entrever su carácter. Extrovertido y cómico. También le preguntaron por su mayor reto en el citado largometraje. «Levantarme a las cuatro o cinco de la mañana para ir al set de rodaje, pero era un placer trabajar. Ser actor no es tan duro como bajar a la mina», contestó.

Fiennes confesó haber leído mucho sobre Shakespeare antes de meterse en la piel del escritor inglés en la película que dirigió John Madden y que obtuvo siete Oscars.

«Shakespeare es indefinible, te confundiría en cualquier aspecto», señaló sobre el escritor. También manifestó su pasión por el teatro, que para él «es igual que los Juegos Olímpicos para un deportista».

El intérprete, que también es reconocido por sus trabajos en teatro y televisión, admitió que «la seriedad en el arte no sirve para nada, la alegría es la única vía». Ésa es la postura que define su personalidad: optimista, como la de los responsables del cine que le invitó.