Aina Aguiló y Andreu Aguiló asumieron formalmente ayer la codirección del Museu de Pollença. | stagiaire11

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Aina Aguiló y Andreu Aguiló, son desde ayer, los nuevos codirectores del Museu de Pollença, que gestionarán hasta 2017. Ella, licenciada en Historia y con una larga experiencia museológica (dirige también el museo de Can Planes de sa Pobla) y él, licenciado en Bellas Artes, diseñador gráfico, pintor y director publicitario, forman un tándem que pretende convertir el museo en un referente, dándole una seña de identidad propia capaz de explotar al máximo el bagaje cultural y pictórico del municipio.

Entre sus principales retos está la recuperación del mítico Certamen d'Arts Plàstiques, surgido en 1962 y origen de la principal colección del museo de la que apenas se expone hoy un 10 por ciento y que por primera vez se dejó de convocar en 2012. «Ya nos hubiera gustado recuperarlo este año pero no hay tiempo material para hacerlo y hacerlo bien», dice Andreu Aguiló. Los codirectores coinciden en la necesidad de un cambio de planteamiento. «Hay que adaptar el certamen y convocarlo en 2014 con un soplo de energía. O será un buen certamen o no será. Las medias tintas no funcionan, sobre todo en tiempos de crisis», dicen.

Aina y Andreu Aguiló, que se convierten en los primeros codirectores de un museo en Mallorca, anuncian «una nueva filosofía». «Queremos encontrar un hecho diferencial. Las Illes Balears son, probablemente, uno de los lugares de España con más museos. El museo municipal no puede ser un espacio donde cabe todo, un trastero, un mercadillo de piezas. Recibimos una herencia, la propia colección del certamen, y creemos que el museo puede ser un centro de reflexión sobre la controvertida escuela pollencina . Hay todo un pasado que nos lleva a pensar en el paisaje, por ejemplo, y eso es algo que se ha perdido en los últimos años», dicen los codirectores.

La proyección coloquio el próximo sábado a las 19.00 horas de La llum de l'Illa, en la que intervendrán el director del documental, Agustí Torres, y la nieta de Anglada Camarassa, Silvia Pizarro, quiere marcar un antes y un después en la filosofía del museo. «El museo no es el espacio físico del que disponemos, tiene que ser algo más, nuestra idea es diversificar, organizar, por ejemplo, exposiciones temporales en Can Llobera, favorecer la conexión del museo con el Claustre o la iglesia, organizar talleres... el de Pollença ha sido, hasta ahora, un museo oscuro para Pollença y la comarca que mucha gente desconoce y confunde físicamente con el Claustre», dicen.