Rafel Brunet, María José Massot y Joan Carles Bestard.

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En cajas cerradas y enterradas, forzando el olvido, se han guardado durante siglos miles de historias vividas por los xuetes, los judíos conversoso de Mallorca. Relatos duros que sus propios protagonistas, en algunos casos, han tratado de silenciar para no remover, para tratar de superar, olvidar. Así lo valora el actor y director Rafel Brunet después de documentarse y realizar numerosas entrevistas con el fin de «poner trozos de vida sobre un escenario» y, en este caso, «los de personas que por tener un apellido concreto han visto sus vidas marcadas». Xuetes, vida marcada per un llinatge se podrá ver los días 12 y 13 de abril, a las 21.00, en el Teatre Mar i Terra.

Interpretada por el propio Brunet, Joan Carles Bestard y Pep Galmés, la obra es «es un proyecto difícil de llevar a cabo. Es un tema delicado que creía que estaba más superado. Pero es algo de lo que aún se quiere evitar hablar», comenta Brunet, autor también de este texto basado en viviencias reales.

La obra, que logró en 2012 una subvención municipal de 12.000 euros, transcurre en un local, donde se almacenan numerosas cajas cerradas con información sobre los judíos conversos de Mallorca.

«Es el punto de partida. Que esté en cajas refleja que no es un tema abierto, sino enterrado», apunta Brunet. En esos documentos se plasman relatos duros, pero también caben «historias tiernas, cómicas,...».

El autor del montaje reconoce que las fuentes a las que ha recurrido aún tienen reparos en ofrecer sus testimonios. «La gente tiene miedo, por cómo se contará, qué dirán...».

Personajes

Rafel Brunet ha querido dar voz a diferentes personajes, «de diferentes épocas, estatus... Por eso se recogen todos los puntos de vista. Cada uno de los actores interpreta una docena de personajes. Eso implica un gran reto para ellos», valora. En este sentido, Joan Carles Bestard reconoció que éste es un montaje «difícil», con relatos «impactantes» que le han conmovido.

En el cartel de la obra, los tres protagonistas aparecen manchados, también sus ropas. Brunet aclara que esas manchas reflejan «la mierda que les tiraban a los xuetes ». «No se puede comprender el daño que se ha hecho a gente inocente por tener un apellido y no otro», concluyó rotundo Bestard.