Fernando Gilet dice que quiere ser «un político moderno». | M. À. Cañellas

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Dice que su objetivo es conseguir que las referencias culturales de Palma trasciendan al exterior y que los palmesanos recuperen «la autoestima». Para conseguirlo, maneja unos presupuestos paupérrimos, que seguramente marcarán toda la legislatura, por lo que anda a la caza y captura de patrocinadores privados con resultados notables. Tras un año y medio en el cargo, Fernando Gilet (Palma, 1972) asegura que cuenta con el sector para llevar adelante su proyecto. En este camino algunos obstáculos dificultan la andadura, como la inclusión del castellano en los Premis Ciutat de Palma o el impasse en la elección de la dirección de Es Baluard, lo que desgasta a la institución, aunque este problema lo comparte con el Govern y el Consell. En esta entrevista habla de su «discurso» y adelanta algunos proyectos de su gestión. Como anécdota, es un fan de la obra Acorar, de Toni Gomila: «La he visto tres veces».

—Ha dicho que quiere ser un político moderno. Explíquese.

—Creo que hoy el político moderno es aquel que sale a buscar las soluciones a la dificultad de todos conocida [la crisis]. Es un político que no está pendiente del presupuesto público porque sabe que éste no es suficiente para poder desarrollar sus proyectos y tiene que añadir a su faceta de político la gestión de ese presupuesto y la búsqueda de las soluciones más allá del mismo. De esa forma, busca fuera de su despacho las oportunidades y soluciones a lo que antiguamente se conseguía tirando de presupuesto publico.

—¿Usted gestiona para el corto plazo, que suele ser lo habitual en política, o para el largo, que sería lo deseable?

—Yo pienso en la ciudad y como tal en todos los plazos. Hay situaciones que requieren de la solución inmediata, pero, hablando de proyecto cultural, entiendo que siempre tenemos que mirar a largo plazo porque la cultura es inversión, prestigio, y éste no se adquiere en el corto plazo, sino mirando con perspectiva. Soy consciente de que muchos de los proyectos no los voy a ver culminados; en unos casos estoy intentando ordenarlos, en otros, crearlos y, en otros, continuarlos.

—En este año y medio, ¿qué ha aprendido del sector?

—Yo me propuse escuchar a todo el mundo porque mi predisposición es la de facilitar, colaborar a que quien sabe, que es el sector, pueda desarrollar los proyectos que den ese prestigio que yo requiero y necesito para la ciudad. He aprendido mucho de esas conversaciones, observaciones, sugerencias, tertulias. Es una gran suerte ser regidor de Cultura de Palma porque uno tiene la oportunidad de conocer a gente interesantísima, que es la que conforma el sector.

—Me gustaría saber cómo se plantea la gestión, ¿cuenta con el sector?

—Yo no tengo asesores [cargos políticos] por tanto los tengo en el sector, en los diferentes ámbitos culturales, que son los mejores que puede haber. Yo soy político, no un gestor cultural, yo me dedico a gestionar la política cultural de la ciudad, por tanto, quienes tienen que desarrollar esa política cultural tienen que ser sus verdaderos protagonistas y yo darles las facilidades para que se lleve a termino con el objetivo de que Palma sea un referente cultural, porque ese sí es mi proyecto.

—¿Cree que Palma es una ciudad con contenido cultural?

—Palma debe tener más autoestima porque tiene referencias culturales; se trata de organizarlas, coordinarlas y darlas a conocer. El deber del político es trabajar esas referencias y crear nuevas con el sector.

—Habla mucho de la Fundación Palma 365, pero, ¿como contribuye a la creación de cultura?

—La fundación es el eco, es conseguir que lo que se genere en la ciudad tenga repercusión exterior y tenemos unos medios para que esos eventos tengan el eco suficiente, para que el prestigio que seamos capaces de generar no quede reducido a un consumo local, sino que tenga una repercusión exterior. Tenemos activo, pero necesitamos un eco.

—Empecemos con lo concreto. Ha hecho bandera del binomio Palma-Miró. ¿Cómo piensa desarrollar esa idea y que trascienda?

—Hay que trabajar en dos frentes. Hemos tenido tres exposiciones [con fondos de la Fundació Pilar i Joan Miró], una en Reino Unido, otra en Roma y ahora en Génova. Turespaña va a utilizar esta última para promocionar España en Italia, de manera que se está utilizando a Palma para promocionar a España. Este año hemos remodelado el espacio Estrella de la fundación sacando la escultura que teníamos en los almacenes. Ahora puedo adelantar que vamos a hacer exposiciones en otras ciudades con fondos propios de la fundación y que, en breve, presentaremos una campaña, Miró en Mallorca, que generará que Palma se convierta en un territorio Miró, que nuestras calles se conviertan en territorio Miró.

—Nit de l’Art, Palma Brunch y Palma Photo son citas muy exitosas. Dice que quiere potenciarlas al exterior. ¿Ya lo esta haciendo?

—Son ejemplo de proyectos que existen y que pueden definir esa referencia porque para consumo propio funcionan porque están asentados en el ADN del palmesano. Pero para conseguir que sean referencias tenemos que generar actividades que consigan esa repercusión. El salto cualitativo está en que las intervenciones en la vía pública den el tono cultural, y es ahí donde tenemos que dirigir los esfuerzos. También es donde choco con la realidad presupuestaria, pero aquí interviene el político moderno para encontrar las soluciones.

—¿Este año ya podrá hacer algo?

—Hay un proyecto del Colegio de Arquitectos para la Nit de l’Art y estamos trabajando en algún evento para el Palma Brunch, yo no me desanimo en la dificultad.

—¿Los galeristas están de acuerdo?

—Creo que están en perfecta sintonía con este discurso porque es suyo, no es mío, son los inventores de la criatura. Yo quiero aprovechar su invento para posicionar a la ciudad como referente.

—Después de haber sacado el cómic de los Ciutat de Palma en su primer año de concejal, lo ha retomado y lo incluye en su agenda de prioridades

—Porque el cómic es uno de los referentes de prestigio que ya tiene la ciudad, no se necesita una inversión. Tenemos dos premios nacionales y, a partir de ahí, queremos emplear el cómic y lo que genera su público para ser referentes. Ya estamos trabajando en el Còmic Nostrum del año que viene.

—¿Así que Cort apoyará esta feria, que ya dábamos por perdida?

—Apoyaremos esta feria y la Fundación Palma 365 también.

—¿Es decir, que la promocionarán fuera?

—La apoyaremos, estamos trabajando con la gente del cómic, con el presidente del cluster en concreto, Tomeu Seguí. Así que tenemos el cómic, los galeristas, Miró, referencias para potenciar que no requieren inversión porque ya existen y como Palma necesita respuestas inmediatas son las que estamos trabajando. También el proyecto del cine para 2016, y todo ello no impide que haya proyectos a más largo plazo.

—Es Baluard debería estar en la primera línea de promoción y da la sensación de que no lo potencian.

—Hemos tenido un incremento de 60.000 visitantes y ha sido por las actividades de entretenimiento que ha generado, lo cual es una buena noticia como referente cultural, ha creado un público. Con respecto al museo, necesita confirmar una dirección artística y consolidarla y este es el paso que tiene que dar, proceso en el que estamos inmersos. Hoy aspiramos a elegir un candidato que le de esa línea editorial artística que permita catapultar a Es Baluard donde todos vemos que es capaz de llegar.

—Una piedra en su camino es la brecha abierta con los escritores en catalán. ¿Trabaja por reducirla?

—He tenido reuniones con los escritores, con entidades vinculadas a la Obra Cultural Balear, con Joves por la Llengua, y en este aspecto quiero decir que estamos aplicando nuestro discurso de máxima normalizada lingüística. Desarrollamos muchas actividades en nuestra lengua propia y no tenemos voluntad de que nadie se sienta excluido, ese es nuestro talante. Con los Ciutat de Palma no hemos hecho otra cosa que cumplir nuestro programa electoral.

—Pregunta difícil. ¿Qué le parece que sa Llonja esté cerrada?

—Como concejal de Cultura me gustaría que estuviera abierta siempre, pero pronto se abrirá para una exposición.

—¿Por qué aporta 3.000 euros cada administración a la Fundación Camilo José Cela, que no tiene actividad?

—Porque entendemos que en esa necesidad de crear referencias culturales, el Nobel Cela fue representante de una época cultural de los años cincuenta, sesenta y setenta, creemos que es un referente que Palma tiene sin explotar. Hemos encargado a miembros del patronato de la fundación y técnicos del Ayuntamiento que desarrollen un plan historiográfico que desembocará en un plan museístico final de lo que son historia y literatura de una época de gran efervescencia cultural que tuvo Palma, en torno a los cincuenta, con grandes firmas como Cela, Salvador Espriu, Llorenç Villalonga o Robert Graves, por ejemplo.