Toni Gomila, posando en el Passeig Mallorca de Palma. | M. À. Cañellas

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Aunque es un veterano de la escena y la televisión locales, el actor Toni Gomila, autor e intérprete de Acorar, competirá con este exitoso título, a nivel nacional, en la candidatura de mejor espectáculo revelación en los Premios Max de las Artes Escénicas. El monólogo con el que ha llenado teatros desde su estreno en 2011 le está dando muchas satisfacciones y le mantiene en viaje permanente entre Balears y Catalunya. El 8 y 15 de febrero regresará a Palma, al Mar i Terra, porque Acorar, ese texto que reflexiona sobre la identidad mallorquina a través de unas matances, sigue atrayendo al público.

—Acorar es un éxito, llega al corazón del público. ¿Como lo ha conseguido?
—Yo creo que las obras de teatro que hablan de los mallorquines siempre funcionan. Históricamente ha sido así, piense en Memòries d’en Julià, Històries o Memòries d’un reclam, al espectador le gusta sentirse identificado.

—¿Eso sucede sólo aquí, en un territorio pequeño, o es general?
—No sabría hacer la comparativa, pero aquí sucede muy poco, así que, cuando ocurre, al teatro van dos tipos de público. Por un lado, aquel que acude a ver todo porque le gusta el teatro; por el otro van aquellos que les llaman la atención algunas obras. En el caso de Acorar viene mucha gente porque le agrada el espectáculo, pero mucha otra porque habla de las matances, de sa padrina, de cosas próximas que entienden, es decir, porque son capaces de crear las imágenes que le sugerimos.

—Acorar habla de esta tierra, sus habitantes, del pasado, el futuro... ¿las matances son un pretexto?
—El hilo conductor sería una jornada de matances en una casa particular y eso nos da pie para hablar del tipo de gente que acude, que participa, se dan todo tipo de situaciones para explicar eso que queremos contar.

—Está claro que ha pulsado la tecla adecuada.
—Quiero pensar que, de una manera poética, explicamos la verdad, y aunque ésta siempre es dolorosa, con la obra conseguimos que no lo sea demasiado.

—¿Es una obra para la reflexión, la diversión o para ambas cosas?
—Hay gente que no sabe nada de la reflexión que plantea Acorar y acude a reír, pero yo creo que el espectáculo rezuma esa comparación entre la muerte del cerdo, del hombre y de la comunidad y eso conmueve porque algunos verán en él el descubrimiento de la comunidad, pero otros se quedarán con la añoranza del pasado.

—Conmover es uno de los objetivos del teatro.
—Con este espectáculo, respecto al espectador, nos hemos ganado la confianza del hecho teatral, de ir a ver una obra en la que te ríes muchísimo, pero que también te remueve los esquemas, y mucha gente no estaba acostumbrada a eso. Allí se ríen y se dan cuenta de que les hemos contado una historia, su propia historia, y les conmueve. Por ejemplo, durante la función hay unos silencios que son impagables en los que el público apenas respira.

—¿Tanto éxito le ha cogido por sorpresa?
—Sí, porque es algo muy grande lo que ha pasado, ciento treinta funciones en un año y siempre lleno, aunque solemos actuar en aforos pequeños. Este apasionamiento por nuestro espectáculo no es que me haya cogido por sorpresa, es que aún no doy crédito.

—Ayer fue nominado candidato a los Premios Max de Artes Escénicas a nivel nacional.
—Sí, me acabo de enterar, soy candidato autonómico y significa una puerta de salida.

—Con esta nominación ya se puede plantear la traducción del texto a otra lengua como el castellano.
—Estamos en ello, en ver cómo queda traducida. El hecho diferencial es por cuestión de forma, el lenguaje; es un lenguaje que, salvando las distancias, intenta ser como el de Salvador Galmés, el de Costa i Llobera...

—Su uso del lenguaje ha sido muy destacado y usa palabras que ya no se utilizan.
—Que no se utilizan ni en el catalán normativo, ni en el mallorquín común porque ya están olvidadas. Las matances me servían para definir esta tribu, esta comunidad que sabe convertir el cerdo en alimento por un proceso de cientos de años; esta actividad no es un proceso estudiado, es un proceso aprendido a partir de la transmisión de conocimiento que va ligada a los rituales. Quienes aún continuaban haciendo matances son los que conservaban ese conocimiento, el último reducto de la tribu.

—Tras las políticas del PP respecto al catalán, tengo la impresión de que usted se ha convertido en un símbolo.
—No me he convertido yo, me han convertido y no me gusta; pero también tengo que aceptar que, a lo mejor, parte del éxito ha sido en contraposición a determinadas políticas del Govern actual, manifiestamente contrarias al uso de la lengua catalana.

—¿Es una obra política?
—Todo es política, cualquier manifestación es política...pero yo creo que con esto hago pueblo porque pongo en valor las cualidades positivas de un pueblo y los elementos que hacen que tenga una identidad. Mi intención es reforzar esa identidad y abrirla al mundo.