El director Aureliano Amadei, ayer en Palma.

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Tenía 28 años y era un anarquista ambicioso. Aureliano Amadei (Roma, 1975) apenas tuvo tiempo de fumarse 20 cigarrillos antes de ser víctima, en 2003, de un camión bomba en Nassiriya, Iraq. Lo único que deseaba cuando permaneció ingresado en el hospital era fumar. Pasó dos años sin caminar y escribió, junto a otros autores, la novela que le permitió rodar la película 20 sigarette, que se proyectó ayer en la Sala Augusta, dentro del ciclo Cine de Autor de la UIB.

Llegó a Iraq 22 horas antes del atentado y fue el único superviviente de los 20 civiles que sufrieron el atentado. Su pie estaba prácticamente separado de la pierna. Ahora se apoya en un bastón, pero sabe que sólo es para prolongar la necesaria prótesis que vendrá después.

Acudió a Nassiriya como asistente de director Stefano Rolla, que pereció en el acto. Sus amigos le llaman «el loco» y, ante los comentarios de sus allegados por su decisión de participar en el rodaje, él se preguntaba: «¿Cómo 'el loco' iba a tener miedo de ir a Iraq?». No se pudo resistir. «Cada uno vive el personaje que la sociedad le ha dado, no vivimos nuestra propia vida», piensa Amadei.

No se arrepiente de haber estado en Iraq. «Cuando se ha hecho algo es casi imposible arrepentirse». Aquella tragedia le cambió la vida. «Mi carrera, cínicamente, empezó a raíz de lo que sucedió».

20 sigarette es la mejor forma que ha encontrado para describir el miedo que pasó. No es un filme bélico. Es una cinta que habla de «las relaciones humanas, sólo las personas que lo han vivido tienen el derecho de contar algo así».

En el largometraje también hay espacio para la crítica a los medios. «No hay una cobertura honesta, mediática ni transparente de la guerra». Y para el humor. «Dos minutos antes de la tragedia había una comedia». Es la historia de Aureliano Amadei, un superviviente, un «culo» [suertudo] de 28 años, anarquista y ambicioso. El «loco» que no tenía miedo de ir a Iraq.