Juan Goytisolo, ayer, durante la rueda de prensa que ofreció en Formentor.

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No es un hombre al que le gusten los escaparates públicos. Después de ver las ambiciones megalómanas y delirios de grandeza de los políticos en la costa mediterránea, Juan Goytisolo (Barcelona, 1931) llegó a Formentor tembloroso, pensando: «¿Qué habrá ocurrido aquí?». Al llegar a la convocatoria con los medios, previa a la entrega oficial del Premio Formentor de las Letras que el escritor recibió ayer, Goytisolo se sienta a la derecha de Basilio Baltasar -secretario del jurado del certamen-. «Suelo situarme a la izquierda», declara.

Aunque vive en Marraquech, está muy pendiente de la situación sociopolítica de España. «¿Se han fijado ustedes en la sintaxis de nuestros políticos?», preguntaba a los periodistas. «Deberían construir menos parques temáticos, tierras míticas, aeropuertos vacíos y todas esas idioteces que están perdigando ahora. Tendrían que exhibir a nuestros políticos en los parques temáticos para aplaudirles», comenta entre risas Goytisolo.

El autor de obras como Cróncias sarracinas , Señas de identidad o Paisajes después de la batalla , se muestra aliviado al ver que Formentor permanece intacto. El galardón, dotado con 50.000 euros, lo acepta con agradecimiento. «Por la trayectoria que supone de buscar el texto literario y no el producto editorial». Otros reconocimientos los recoge con cierta resignación. Como el Premio Nacional de las Letras: «La palabra nacional me pone nervioso». También logró un premio de 150.000 euros que otorgaba la Fundación Gadafi, pero lo rechazó. «Era vergonzoso ver como este monstruo [Gadafi] con un ego como el anillo de Saturno, era recibido en la Moncloa, también por el presidente francés. Había llegado el momento de decir no a este individuo».

Cuando acudió a las jornadas de literatura en Formentor, hacia 1959, Goytisolo lo percibió como «una bocanada de aire fresco, nos sentíamos libres». Era algo inédito. Estimulante. Se sentía libre bajo vigilancia, porque los policías que iban a escucharle demandaban los papeles que el escritor dejaba en la habitación para ver «qué pensamientos comunistas, marxistas o rojos dejaba por escrito».

A Goytisolo siempre le han reprochado algo. Que si era un hombre de izquierdas, que criticaba a la burguesía... Él considera que «la literatura no es para dar respuestas a nadie y que aquella con mensaje político está condenada al fracaso».

Un crítico lo calificó como «raro». Fue un elogio. «Todo creador es raro, si es como los demás no ha inventado nada», apunta. Hablando de la situación del panorama literario, Goytisolo cree que la más temible de las censuras es la comercial. «Los editores calculan que si un libro no va a vender más de 2.000 ejemplares no lo publican. Antes la censura era de carácter político».