Gabi Beltrán posa en el antiguo barrio chino de Palma, donde ambienta su libro. | M. À. Cañellas

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Històries del barri, el salto a las viñetas de la historia personal de la infancia y adolescencia del dibujante, guionista e ilustrador Gabi Beltrán, resultó ser todo un éxito. Primero fue el Premi Ciutat de Palma de Còmic 2010 junto a Bartomeu Seguí, coatuor del volumen, la primera vez que los galardones otorgaban una distinción a esta rama; después, Dolmen y Astiberri editaron la obra con gran acogida. Ahora, casi dos años después, Beltrán, su ‘protagonista’, retoma sus propias vivencias y trabaja ya en la secuela de este relato que ha estremecido a lectores y crítica.

En este segundo capítulo, Beltrán escarba «en los años más difíciles y complicados de mi vida». Si en la primera parte un joven Gabi comenzaba a ver los peligros de la delincuencia, la heroína, las jeringuillas, el alcohol o el sexo, en esta secuela ya forman parte del ‘elenco’. «La primera parte termina con una historia de toma de decisiones. Es el momento en el que ya empiezo a estar cansado del ambiente violento del barrio y veo el peligro de las drogas. Así que como única salida veo la posibilidad de quedarme todo ese verano a dormir en casa de mi abuela», adelanta.

Moral

Precisamente, la historia de la abuela de Gabi Beltrán centra uno de los episodios de lo que será Històries del barri 2:«Quiero contar lo que yo aprendí de ella y también la manera que mi abuela tenía de ver la vida. Su moral me sirvió de ejemplo y así sigue siendo todavía».

Hurgar en las heridas del pasado es una tarea complicada. Así lo considera Beltrán.«Tuve un bloqueo de una semana con la primera parte y ahora me está costando bastante empezar el segundo. Llevo un par de meses bloqueado y tengo la presión de que el resultado esté a la altura, eso es lo que me da más miedo», concluye.