El escritor Lorenzo Silva, ayer en Pollença, poco después de su intervención en el curso de novela negra.

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Empezó a escribir a los trece años, aunque a los 18 entró en la facultad de Derecho para hacerse abogado, una profesión a la que se dedicó durante diez años, aunque reconoce que, al final, «la vocación se impuso y me convertí en escritor». Las temáticas y estilos de su literatura son diversas, aunque la pareja de guardias civiles formada por Bevilacqua y Chamorro han protagonizado media docena de sus libros, el primero de los cuales está ambientado en Mallorca.

Su conocimiento de las leyes le permiten afirmar que «en España muchas son obsoletas y el procedimiento judicial no responde con la agilidad que lo hacen otros países». Un ejemplo es «la propiedad intelectual. Hay leyes con declaraciones absurdas que no se cumplen, ya que, teóricamente, todos incumplen la ley. El préstamo de un libro es delito y está equiparado a la difusión ilegal por internet. Pero si decidiese denunciar el caso informático tardaría mucho en resolverse, pero si fuera instantánea no habría tantos delitos».

Hablando sobre Europa, considera que se «está exteriorizando un problema de identidad» y que «la crisis económica revela una crisis moral de gente que valora más conseguir las cosas de manera ilícita que con esfuerzo».

Sobre corrupción, reconoce que «mi pareja de guardias civiles no está en la unidad adecuada [pertenecen a homicidios], pero me divertiría mucho si investigaran a Urdangarin», aunque asegura que «los equivalentes de Chamorro y Bevilacqua ya lo han investigado, como otros casos de corrupción notorios, y es de justicia destacar el trabajo que han hecho jugándose sus carreras».

Sobre literatura, Silva aseguró que «hay un tipo ágil y otro que no lo es. La narrativa es una herramienta, y la buena literatura es aquella capaz de desvelarte lo que la realidad esconde debajo de la superficie».